El centenario de Telefónica en su libro conmemorativo: aciertos, ausencias y confusiones.

Como seguramente la mayoría de seguidores de este blog sabrán, Telefónica ha celebrado el pasado abril su centenario, publicando, entre otros muchos fastos, un libro conmemorativo y una página web específica con la cronología de la empresa desde 1924 hasta 2024. Hace ya un año anunciábamos aquí este centenario (Telefónica, a un año del centenario…,) donde sugeríamos algunas ideas para su celebración y enlazábamos otras muchas entradas de este blog sobre la historia de Telefónica.

El libro en soporte físico lo ha regalado la empresa a sus accionistas, y la versión digital en pdf está disponible en este enlace.

Portada del Libro del Centenario

A su vez, el primer año de la síntesis cronológica aparece en este otro enlace y desde ahí podéis ir avanzando año a año.

Las dos fuentes, el libro y la página web de cronología, no contienen la misma información, sino que se complementan, aunque obviamente son coincidentes en muchos aspectos.

Aquí os ofrecemos una reseña del libro indicando, según nuestra opinión subjetiva, lo que consideramos que son aciertos, pero también claros errores, así como alguna información confusa o que puede dar lugar a malas interpretaciones, y señalando también lo que consideramos ausencias relevantes en la información proporcionada (Más adelante ofreceremos igualmente una reseña de la página web de síntesis cronológica por años).

Antes, conviene recordar que Telefónica ya celebró anteriormente dos aniversarios, en 1974 al cumplir 50 años, y en 1999 en su 75 aniversario, el segundo con una publicación asociada: Telefónica. 1924-1999. Setenta y cinco años, que está disponible en el Foro Histórico de las Telecomunicaciones.

Portada de del libro del 75 (1999) aniversario

Y el para el primer aniversario, además de editar un pequeño folleto, se organizó una exposición y otros eventos de los que dan cuenta dos documentales del NODO de la época a los que se puede acceder desde la página web del archivo histórico de RTVE/Filmoteca: NodoNum1633 y Documental El Teléfono

El libro del centenario está muy cuidadosamente presentado y con unas ilustraciones magníficas. Se divide en nueve capítulos (la presentación de cada uno emula un disco de marcar de los teléfonos de toda la vida, con una ilustración en el centro del dial que luego aparece completa en la página siguiente).

Ilustraciones del libro (magníficas, por cierto, todo un ejemplo de buen hacer en modo línea clara) de la ilustradora María Simavilla, acceso a su página web)

Los nueve capítulos se complementan con un epígrafe dedicado a breves reseñas biográficas de los presidentes de Telefónica, con una cronología por décadas y con testimonios sobre el centenario de personas destacadas de los ámbitos cultural, empresarial, sindical y deportivo españoles. Se incluye además una bibliografía general al final, que complementa las notas bibliográficas y de fuentes consultadas de varios de los capítulos.

La web cronológica está dividida en 100 páginas, una por año, en la que se muestran las principales efemérides de la empresa en cada año, incluyendo abundantes imágenes, muchas de ellas procedentes del archivo fotográfico de la Fundación Telefónica.

Por lo tanto, el primer gran acierto es la propia publicación del libro y de la página web cronológica.

En síntesis, consideramos que este libro es aceptable, a pesar de las ausencias y errores que se exponen a continuación. Sin duda, los dos capítulos que nos han gustado más son el tercero, “Pioneros en redes de datos” y el sexto “Telefónica sale al mundo para crecer”. También nos parecen muy acertadas las palabras del prólogo del actual presidente de Telefónica, José María Álvarez Pallete, cuando afirma que “las empresas forman parte de un ecosistema, del paisaje de un país” (pág. 6), idea que se refuerza con lo indicado más adelante, en el capítulo primero, respecto a que la historia de Telefónica (pág. 16): “corre en paralelo a la de la misma sociedad a la que da servicio”.

Precisamente, por este carácter indisoluble entre la historia de Telefónica y la Historia Contemporánea de España es donde vemos una de las lagunas más claras, tanto en el libro como en la página web cronológica, como es la falta de un análisis crítico de la historia de la empresa en relación con el desarrollo del país, predominando el carácter panegírico del texto, a veces hasta el cansancio con tanta expresión grandilocuente y de escaso rigor. Ciertamente este no es un libro académico, sino de empresa, por lo que no es raro que falte este análisis crítico, pero parece estar hecho con intención académica por sus abundantes notas y referencias bibliográficas, intención que se da de bruces con el carácter algo panegírico o hagiográfico que predomina a lo largo de la obra, carácter que es incompatible con el rigor expositivo. Es obvio que en un libro de empresa no van a aparecer críticas expresas a algunas partes de su trayectoria histórica, pero sí puede, y debe en nuestra opinión, recoger las dificultades en las que se ha visto envuelta por los propios problemas del país, aunque no sean achacables a la labor de la empresa. En este sentido solo se citan expresamente los problemas por el aislamiento internacional de los años 1940.

Es lógico que el desarrollo de una operadora de telefonía en régimen de monopolio durante muchos años, dependa del desarrollo económico del país, y viceversa, es obvio también, al igual que en todos los países de nuestro entorno, que Telefónica ha contribuido al desarrollo económico y social de la sociedad (véase, por ejemplo, F. Arroyo, “Evolución y desarrollo del equipamiento telefónico en España: una perspectiva geográfica”, Anales de Geografía de la Universidad Complutense, enero 1986). En efecto, Telefónica ha sido una empresa con muchos problemas en su devenir histórico, producto de las dificultades del país, principalmente por una dictadura de casi 40 años que le tuvo marginado de la integración europea. De hecho, en el texto del libro se habla de una “larga travesía llena de aventuras, de tormentas, de errores y de momentos estelares” (Pág. 16, en realidad lo de los aciertos y errores se indica en plan genérico también en los agradecimientos). El problema es que a lo largo del libro solo se reconoce expresamente un error, en la pág. 121 del libro en referencia a las subastas de las licencias de telefonía móvil 3G, y se habla genéricamente, como de un error compartido, de “uno de los mayores errores cometidos tanto por parte de los operadores como de los Gobiernos”. Ciertamente, aparte de este único error reconocido, sí se menciona el problema reiterativo a lo largo de los años de las famosas «listas de espera», aunque en cambio, en otros aspectos claramente positivos de su trayectoria, se obvia que se debieron también a factores externos, por ejemplo, que el desarrollo de la telefonía rural y de la universalización del servicio pudo llevarse a cabo gracias a la financiación de los fondos estructurales europeos, una vez ya España integrada en la Unión Europea.

Hay un aspecto en los agradecimientos que nos ha llamado mucho la atención, cuando se habla de “la ingente documentación que existe sobre la trayectoria de Telefónica” (pág. 10). Esto es cierto, y aunque en principio es un gran acierto la abundante bibliografía citada, resulta insuficiente principalmente por la ingente documentación de la propia Telefónica, que a día de hoy permanece inaccesible. Nos referimos a su propio fondo tanto bibliográfico como archivístico, fondos que actualmente siguen sin estar fácilmente accesibles para su consulta por los investigadores (sabemos que algunos historiadores sí los han consultado, pero nosotros no lo hemos conseguido), aunque confiamos en que este problema se solucione en un futuro más o menos inmediato. Al respecto, a lo largo del libro y de la página web se insiste mucho en el carácter privado de la empresa, en cuanto a haber sido siempre ajena al Estado aunque éste tuviera una participación importante en la misma, en un alarde de confusión sobre lo que es una empresa pública o privada (ejemplos de esta confusión aparecen en la pág. 199 donde se dice que Telefónica no era una empresa del Estado y en nota se aclara que “Era una empresa en la que el Estado tenía la mayoría de las acciones, pero no era una empresa estatal que viviera de los presupuestos públicos ni que generara cargas al Estado, sino que actuaba con los recursos que generaba de su actividad o con la emisión de nuevas acciones en ampliaciones de capital”, como se puede comprobar es una información confusa; y en pág. 215 se vuelve sobre el mismo asunto de forma igualmente ambigua). No sabemos a qué se debe esta insistencia, pero, en cualquier caso, la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español es clara en lo respectivo al patrimonio documental, señalándose que las empresas privadas que han ofrecido u ofrecen servicios públicos y/o servicios regulados por el Estado están obligadas a permitir su acceso (ver entrada ¿Qué pasa con los archivos de Telefónica y la Fundación Telefónica? )

Siguiendo con la bibliografía mencionada en el libro, ciertamente la lista de referencias bibliográficas es muy amplia, lo que es otro acierto, aunque hay alguna omisión notable, asunto sobre el que volveremos más adelante, junto con el de las notas al margen que en bastantes casos son mejorables.

Ausencias y omisiones.

En este apartado vamos a señalar las omisiones o ausencias más destacadas del contenido del libro respecto de la trayectoria histórica de Telefónica. Fijaros que en el título de esta entrada aparece la expresión “aciertos, ausencias y confusiones”. En realidad es más propio el término omisiones, que hacen referencia a falta de información sobre determinadas tecnologías que han protagonizado el desarrollo de la red telefónica, ya que ausencias es más aplicable a las personas. Pero como resulta que las personas que han trabajado en labores de Tecnología (certificación de equipos), Ingeniería (proyectos y puesta en servicio de dichos equipos) y Mantenimiento están asociadas, en cuanto a su vida laboral, a esos equipos, pues resulta que las omisiones implican también ausencias, así que a lo largo del texto usaremos indistintamente los términos omisiones y ausencias.

En la página 302 del libro se afirma: “100 años y tanta historia hacían necesario elegir y, por tanto, renunciar. Quedarse con lo importante y poner en acento en eso que hace única a esta compañía”. Esto es cierto, y, por tanto, es lógico que haya ausencias, aspectos no analizados, pero el problema surge cuando sí se mencionan asuntos directamente relacionados con otros que se obvian, o cuando determinadas omisiones inducen posteriormente a errores importantes y falta de rigor técnico.

La más significativa, y que no tiene excusa amparándose en la necesaria selección de temas para tratar, es la sorprendente falta de mención a ATT (luego Lucent Technologies) como tercer suministrador en la era digital, desde los años 90, tanto de centrales de conmutación 5ESS como de la primera Red Inteligente en España. Más grave aún es cuando sí se cita ITT-Standard-Alcatel como suministrador de las centrales 1240 y Ericsson de las AXE.1 Esto lleva además a una grave confusión y dos crasos errores en el texto. La confusión consiste en que, según el libro (págs. 63 y 69-71), se deduce que la digitalización de la red telefónica se debió exclusivamente a las centrales 1240 y AXE. Además se indica, y aquí está el primer error importante, que las centrales 1240 y AXE permitieron ofrecer los denominados servicios suplementarios (Pág. 71), en los que aquí se incluye en el texto a los servicios 900, 901 y 902, cuando estos últimos no eran tales, si no servicios de Red Inteligente que se soportaron sobre equipos 5ESS y otros nodos suministrados por ATT. Los servicios suplementarios se ofrecían desde la propia central telefónica urbana y los de Red Inteligente implicaban un encaminamiento a unos nodos de red específicos. Como hemos dicho, no solo se omite al suministrador ATT y el sistema de conmutación 5ESS, también la Red Inteligente, con equipos de ATT, que fue un hito trascendental en la historia tecnológica de Telefónica. (Solo se cita de forma genérica los servicios de inteligencia de red en la página 142, sin asociarlos a la Red Inteligente de ATT). Hasta 13 veces se cita a ATT y dos a Lucent, pero solo una en referencia a sus actividades en España, en relación con la fábrica de microchips (p. 158). Al respecto, conviene recordar que en esta fábrica se producían las tarjetas de línea de abonado de las centrales 5ESS. Además, por información periodística sabemos que Telefónica aportó para la fábrica de Tres Cantos (Madrid) un 20% de la inversión (véase “Cuando Tres Cantos estaba en la vanguardia de los semiconductores”, ABC, 6-6-2022 y Cuando Tres Cantos era una potencia de los microchips: así perdió Europa el tren tecnológico. El Confidencial, 24-04-2021). Ciertamente, todo lo anterior, tanto la primera Red Inteligente como el sistema 5ESS y la fábrica de microelectrónica de ATT se merecen sendas entradas específicas en este blog, pero todo se andará.

Fábrica de ATT en Tres Cantos y central 5ESS

Además, se comente otro error sorprendente; se dice que “en 1994 se dio por completada la digitalización total de la red” (pág. 71) y que la facturación detallada se pudo ofrecer gracias a la digitalización total de la red de conmutación (pág. 140), cuando no fue así. Y este error está asociado con otra ausencia sorprendente, al no explicar lo que supuso el proyecto de las centrales MORE (Modernización de Registradores Electromecánicos), un desarrollo de Telefónica I+D (en realidad sí se cita el proyecto, en pág. 98, pero sin asociarlo con el proceso de digitalización de la red).

En realidad el sistema MORE no supuso la digitalización de la conectividad2, que seguía siendo electromecánica y analógica en las centrales «modernizadas», pero sí la digitalización del control en cuanto a la parte del registro de cifras, lo que permitió ofrecer desde estas centrales, por ejemplo, servicios como la tarificación detallada que solo se podía soportar desde un control digital. Se aplicó a una selección de centrales electromecánicas de barras cruzadas de tecnología Standard-Alcatel (Pentaconta) y Ericsson (ARF). En principio el plan de digitalización contemplaba sustituir la totalidad de centrales electromecánicas por digitales, con los sistemas 1240, AXE y 5ESS. Pero se decidió que a un porcentaje, en torno al 11%, se le aplicara la solución del MORE. Esta decisión originó una bajada en los precios de las centrales digitales, al no ser necesarias exclusivamente para la incorporación de los nuevos servicios. Supuso también salvar bastante empleo del sector ya que la empresa AMPER fue la adjudicataria del despliegue de los trabajos de adaptación en las centrales Pentaconta (Standard) y ARF (Ericsson) de la red. Por cierto, que Telefónica absorbió completamente a AMPER en 1982 para años más tarde, en 2013, desligarse completamente de la filial (Sobre Grupo Amper – Historia y descripción de la empresa).

Sobre el MORE hemos hablado bastante en este blog, por ejemplo en las dos siguientes entradas desde las que hay enlace a otras varias: El rescate de las últimas maquetas MORE aún es posible ; Ampliar enlaces analógicos ¿Pero…están locos estos telefónicos?

Desconocemos el porcentaje de líneas telefónicas de cada sistema, sabemos que el orden de mayor a menor era 1240, AXE, 5ESS y MORE. Solo disponemos del dato concreto sobre que el MORE se instaló en un total de 191 centrales, con 2.408.430 líneas entre 1994 y 2012, lo que suponía sobre el 11% de las líneas totales ( véase Soluciones españolas para la extensión y mejora del servicio telefónico 1965-2000 ; Mulet, J. (coord), Ciclo de innovaciones propias (I): Telefonía Rural, Biblioteca Historia de la Telecomunicación Española, 2019, AEIT-FHT, Madrid ).

MORE-Maqueta Delicias y central Pentaconta MORE Villaverde. Acceso a galería de imágenes de central Pentaconta MORE de Villaverde y Galería de Imágenes: Álbum de Madrid/Delicias Maquetas MORE P1000 y ARF

Otra omisión, que quizá es más justificada por el criterio antes indicado de la necesidad de elegir y descartar asuntos, es la implantación de plataformas específicas de servicio, como la denominada CPSA (Centro Proveedor de Servicios Avanzados), desarrollada también por Telefónica I+D con equipos hardware suministrados por terceros, sobre la que se basaron los servicios, entre otros, como los de atención al cliente (1002, 1004). Lo mismo ocurre con la implantación de la Red Inteligente Normalizada, con Ericsson como suministrador, en la que se basó, entre otros, la portabilidad de numeración; así como con la Red Inteligente para Redes de Nueva Generación (NGIN), tanto para servicios fijo y móvil, siendo aquí Huawei el suministrador elegido. Son ausencias entendibles, en el marco de un gran volumen de información.

En cambio, sorprende que al hablar de la eliminación del cobre sustituyéndolo por la fibra óptica hasta el hogar, no se cite a la NGN (Redes de Nueva Generación, con su acrónimo en inglés), de cuyos nodos de red se ha responsabilizado mayoritariamente Ericsson como suministrador, y que son la base de la nueva red que sustituye a la red telefónica conmutada (de circuitos), siendo ahora la red para el servicio telefónico básico, tanto para fijo como para móvil, una red de conmutación de paquetes basada en el protocolo TCP/IP. Es lógico que en un libro de estas características no se profundice en esto, pero el problema surge cuando se habla, en varias ocasiones, del plan de sustitución del cobre por la fibra (recordemos, fibra en el hogar, FTTH en sus siglas en inglés, y no la fibra óptica utilizada en los sistemas de transmisión entre centrales telefónicas) y no se indica que además supone la sustitución de centrales telefónicas de conmutación de circuitos (para voz, la telefonía básica de toda la vida) por nodos de conmutación de paquetes para integrar los servicios de voz y datos (NGN).

En otras cuestiones relativas a la red, en la pág. 151 se nombran las filiales Telsius, Acens, Zeleris sin explicar, aunque fuera brevemente, qué tipo de infraestructuras y/o servicios ofrecen a la empresa matriz, Telefónica.

Hay otro olvido que sí parece lógico, es la actividad de la Fundación Telefónica en lo relativo al patrimonio histórico-tecnológico, que, recordemos, es uno de los pilares fuertes de sus múltiples funciones. Y decimos que es lógica porque quizá esta sea la página más negra de la empresa en cuanto al patrimonio, en lo que supuso el desmantelamiento en 2007 del excelente museo que se instaló en el edificio de Gran Vía en 1992, con los equipos funcionando pudiendo hacer demostraciones de llamadas con tecnologías obsoletas, para sustituirlo por una exposición de equipos que ocupa una cuarta parte del espacio original y además con equipos con los que no se puede interactuar, al contrario que en la exposición original. La información sobre el museo aparece en el excelente libro sobre la colección histórico tecnológica (véase Colección Histórico-Tecnológica de Telefónica. El Museo que fue…, y ¿Almacén o museo? Sobre el patrimonio histórico tecnológico de Telefónica). También os recordamos nuestro trabajo de hace años sobre el patrimonio existente en España de conmutación telefónica (Publicadas las Actas del VI Congreso de Patrimonio Industrial del TICCIH, en concreto el artículo «La conservación del patrimonio industrial relativo a centrales electromecánicas de conmutación telefónica y la memoria del trabajo manual especializado asociado«)

Portada libro colección histórico tecnológica y la maqueta 7A que se exponía en una de las salas.

Ciertamente la Fundación tiene una merecida buena imagen en cuanto a su labor social, y esto se destaca de forma acertada en el libro, pero esta imagen debe mejorar en el ámbito de los historiadores y en concreto en lo respectivo al patrimonio tecnológico por las razones antes señaladas. De hecho, destaca al respecto, que en el capítulo 8 dedicado a la Fundación no se hable ni una palabra sobre la parte relativa al patrimonio histórico tecnológico y los fondos documentales históricos asociados, tanto bibliográficos como archivísticos.

Otra ausencia que llama la atención, aunque esta solo es parcial, es la relativa a las relaciones entre la CTNE y Standard Eléctrica. Tanto en el libro como en la página web aparecen bastantes referencias a Standard, pero principalmente a partir de los años 1960. En cambio, en el libro no aparece ninguna información sobre las fábricas de Standard, de cables en Maliaño (Cantabria) y de equipos en Madrid inauguradas en 1927 y 1928 respectivamente (en la página web cronológica la única información sobre los inicios de Standard es la relativa a la inauguración de la fábrica de Maliaño y en el libro se menciona -pág. 66- que con el nuevo contrato de 1945 la fábrica de Standard tendría la exclusividad del suministro a Telefónica durante 20 años). Recordemos que no se puede entender la historia de la CTNE sin la de Standard, y viceversa, ambas no solo eran filiales de la ITT, sino que además sus respectivos Consejos de Administración era muy coincidentes en su composición.

Además, hay una confusión al respecto cuando se afirma que ITT llevó el liderazgo organizativo y tecnológico en las primeras décadas (pág. 25); en cuanto al liderazgo organizativo esto es cierto, pero respecto al tecnológico se extendió mucho más, hasta los años 1970. Esto fue posible porque el nuevo contrato de la CTNE con el Estado después de la Guerra (“Decreto de 31 de octubre de 1946 por el que se aprueba el Proyecto de Contrato con la Compañía Telefónica Nacional de España”; seguimos sin poder consultar los contratos entre ITT y CTNE, fundamentales para una historia rigurosa de la telefonía en España) establecía la exclusividad de Standard en el suministro a la operadora, así como el soporte técnico, durante 20 años, pero no solo eso sino que las relaciones entre Standard-ITT con la CTNE fueron más de socio que de suministrador (véase, J. Nadal, “Una nueva Telefónica para una España moderna”, BIT, N.º 232, 2024). De hecho tanto ITT formó parte del Consejo de Administración de la CTNE, como esta última del de Standard. Sin duda, esta situación resulta anómala y no es propia que se dé en sociedades abiertas en las que hay mecanismos de control sobre el Estado, como en una democracia, pero, claro, en esos años estábamos en plena dictadura. Pero estas relaciones tan “extrañas” se prolongaron en realidad mucho más tiempo, hasta bien entrados los años 1980 (véase G. Parraga Tello, “Las extrañas relaciones entre Standard y Telefónica”, El País, 17 nov 1983, donde se denuncian sobreprecios en el suministro de Standard a la CTNE),

Titular del artículo de El País publicado el 17 de noviembre de 1983

Mayor confusión se produce en la siguiente frase del libro (pág. 68): “En esos años setenta, Standard Eléctrica y Telefónica habían tomado la importante decisión estratégica de introducir, por seguridad de abastecimiento, al menos un suministrador alternativo en cada categoría de equipos”, para luego justificar la incorporación de Ericsson/Intelsa como nuevo suministrador. Es decir, pareciera como si la entrada de Ericsson se hubiera debido a Standard y CTNE. Realmente es una anomalía que en una operadora de telecomunicaciones hubiera un único suministrador, incluso en el marco de una dictadura. Además, por el hecho de que hubiera finalizado el compromiso de mantener como suministrador único a SESA, resulta obvio que fue la CTNE la que tomó la decisión, con toda seguridad, sin ningún interés por parte de ITT/SESA. Aunque es posible que en esta decisión influyeran también las propias presiones del Estado para normalizar la situación, según lo que era propio de un país que intentaba acercarse a la modernidad y a la entonces Comunidad Económica Europea. en los países de nuestro entorno (véase Un siglo de «Ericsson en España». Nuevo libro, en concreto el Capítulo V. “1960–1970 Creación de Industrias de Telecomunicación, S.A., INTELSA” del libro Ericsson en España, Editorial Planeta, Barcelona, 2015).

Para finalizar con las omisiones del libro, veamos a continuación el asunto de la bibliografía. Ciertamente es bastante completa, pero hay alguna ausencia que nos ha llamado la atención, empezando por el libro del 50 aniversario (sí aparece el del 75 aniversario) o el anteriormente citado Ericsson en España. Aun así, queremos agradecer a los responsables de la edición las cuatro referencias bibliográficas que proporcionan de entradas de este blog, son las siguientes: Alegre Forcada, F. «Telefonistas años 70», ; López Naveiras, E. (2022). «Abril de 1982, un momento crítico para Telefónica: el atentado de ETA en la central de Madrid/Ríos Rosas»,; «La cabina del Pozo del Tío Raimundo» (2015), González Vela, J. (2020). «Veinticinco años de internet en Telefónica», https://historiatelefonia.com/2020/10/08/veinticinco-anos-de-internet-en-telefonica/; además de mi monografía Soler Ferrán, P. (2021). «La Compañía Telefónica Nacional de España en tiempos de guerra (1936-1945).

También llama la atención que en el epígrafe dedicado a las telefonistas, en el que se afirma, con gran acierto, que se hace “un homenaje a esas telefonistas que desempeñaron su profesión” no se cite ninguna referencia bibliográfica en nota al margen. En la bibliografía se cita, en relación con los estudios de género y el papel de las mujeres en Telefónica, además del ya indicado de Alegre Forcada, el trabajo de Villanueva y García (2022) “Iconos adaptativos. Reflejos de la evolución del trabajo femenino en la telefonía española”, pero para hacer un homenaje completo a las telefonistas hay que considerar el mejor trabajo sobre el papel de la mujer en la CTNE, la monografía de Cristina Borderías Entre líneas: Trabajo e identidad femenina en la España Contemporánea. La Compañía Telefónica 1924-1980, Icaria, 1993. También es relevante para el asunto otro trabajo no citado, el artículo de Begoña Villanueva, “Recordando a las bilbaínas que trabajaron en la Compañía Telefónica durante el Franquismo. El testimonio de una bilbaína”, Bidebarrieta: Revista de humanidades y ciencias sociales de Bilbao, 26, 2016, pp. 150-164.

Igualmente es significativa la ausencia en la Bibliografía de trabajos académicos sobre la Historia Contemporánea y la Historia económica de España que contextualicen la propia historia de Telefónica, sobre el que citamos referencias a lo largo de esta entrada, especialmente más adelante en el epígrafe de esta entrada El desarrollo del servicio telefónico en España.

Ahora bien, como ya hemos comentado, lo más grave es la ausencia casi total de referencias a documentos internos de la empresa, aunque algunos sí se citan en el cuerpo del texto, pero que permanecen inaccesibles. De hecho en la pág. 301, después del listado de bibliografía, se dice “También toda la documentación de tipo interno producida por diferentes departamentos de Telefónica, con especial mención a la recopilación de más de una docena de artículos realizada por el departamento de Red que abarcan el detalle de la evolución tecnológica de la red de Telefónica desde los años veinte del siglo XX hasta la actual red IP y los accesos de fibra óptica hasta el hogar y la 5G. Esta documentación fue clave para poner en marcha este libro”. Es totalmente lógico que la documentación interna de tipo técnico de redes y tecnologías actuales no sea accesible al público, por motivos obvios, pero resulta injustificable que a día de hoy todavía permanezca inaccesible a los investigadores la misma documentación respecto de tecnologías obsoletas y redes (con equipos asociados) ya desaparecidas. Sabemos que desde la Fundación Telefónica se estaba preparando una catalogación con toda esta información, confiamos en que próximamente esté disponible para consultas, tanto la catalogación, para saber lo que hay, como los propios documentos. Al respecto, en la página 224 se habla de la importancia de compartir el conocimiento para continuar con la labor de la Fundación Telefónica en cuanto a “devolver a la sociedad parte de lo que recibe de ella” y destacar la responsabilidad y el compromiso de la empresa. En este sentido resulta ineludible la apertura del archivo de Telefónica, mientras esta situación continúe como hasta ahora, a este compromiso le falta una pata esencial. Al respecto recordamos nuestra publicación sobre fondos documentales de Telecomunicaciones en la Guerra Civil, que incluye también el periodo de posguerra hasta 1945, en el que se identifican muchos documentos de Telefónica (Publicada oficialmente la obra «Fondos documentales sobre telecomunicaciones en la guerra civil española»)

A todo lo anterior hay que añadir que las notas que aparecen al final de cada capítulo (en algunos no hay notas) a veces o no aportan nada o crean más confusión. Por ejemplo, en la nota 3 de la página 133, para apoyar la frase se cita a Fortune (2018) y Morgan Stanley (2019), pero luego estas referencias no aparecen en la bibliografía, lo que ocurre también con otras citas como por ejemplo el libro verde del Mercado Común de Telecomunicaciones, la nota 18 de la página 218 se cita un informe del que no se proporcionan datos del mismo ni referencia, o la nota 5 de la página 31 en la que se dan datos concretos sin ningún soporte de fuentes.

Confusiones y errores

Hay algunas partes de los textos, tanto el del libro como el de la página web cronológica, que sin implicar expresamente errores, sí se pueden considerar como tales al proporcionarse una información confusa. Anteriormente hemos señalado que algunas ausencias implican errores importantes en el texto. Otros son claramente producto del carácter hagiográfico de los textos, tanto el del libro como el de la página web, y también hay errores asociados a información confusa y de escaso rigor. Repasémoslos por orden temático

Sobre la Guerra Civil

En cuanto al periodo de la Guerra Civil y sus consecuencias, en el libro se indica acertadamente que la guerra civil “obligó a dividir la empresa y la red telefónica temporalmente en dos” (pág. 17 y 29). Siendo esto correcto el problema es que en la parte correspondiente en la web cronológica del centenario se comenten errores muy crasos incluso en el título de un epígrafe. En la información del año 1936 (https://www.telefonica100.com/year/1936, consultado 30 sept 2024) se dice en titular “Estalla la Guerra Civil. Cinco delegaciones y neutralidad”. Esto de la neutralidad suena a “políticamente correcto”, pero es falso. Está documentalmente demostrado que una amplia mayoría de los directivos españoles de la empresa apoyaron la rebelión militar, e incluso en algunos casos participaron en la trama civil del Golpe. Pero además se cometen más errores en la página web sobre los que volveremos en una futura entrada. Volviendo al libro, que es lo que nos ocupa ahora, se utiliza un tono panegírico un tanto absurdo, cuando se afirma que en las dos zonas “la mayor parte de los trabajadores siguieron en sus puestos, muchas veces con riesgo de sus propias vidas” (Pág. 29), en realidad los trabajadores, en ambas zonas, estaban obligados a seguir en sus puestos salvo que se les movilizara para ir al frente, normalmente a los respectivos batallones de transmisiones. Por otra parte, obviamente había riesgo para sus vidas, como en tantas profesiones en una guerra civil, por lo que es un comentario que sobra.

También llama la atención la ausencia de información en el libro sobre las consecuencias de la Guerra Civil en cuanto al desarrollo del servicio telefónico.

El desarrollo del servicio telefónico en España

Al final del libro se hace una síntesis muy breve de la cronología, cuya información aparece mucho más exhaustiva en la página web cronológica, en concreto las páginas 294 a 296 sintetizan la información de las décadas desde 1940 a 1980, es decir, salvo los último cinco años, el periodo correspondiente a la dictadura. Sobre este periodo equivalente de la página web la información es lamentable, especialmente en lo referente a los años 50 y 60, y en la síntesis del libro se mantiene el tono descontextualizado respecto al desarrollo del país. En realidad, las consecuencias de la Guerra Civil, el aislamiento telefónico internacional en la posguerra agravado por la Segunda Guerra Mundial, además de la propia idiosincrasia del régimen franquista, hizo que España durante la dictadura no mantuviera el ritmo de crecimiento del servicio telefónico de los años 1920, al igual que en otros sectores económicos, no recuperando el nivel que le hubiera correspondido en relación con países de nuestro entorno hasta su integración en la Unión Europea, ya con España en democracia. Es decir, mi hipótesis es que el desarrollo del servicio telefónico de España iba de la mano con su desarrollo económico, por lo tanto, las carencias del mismo no se debían tanto a la propia CTNE como a la situación del país en una dictadura. En este sentido, varios historiadores han señalado los problemas del desarrollo económico de España, que no se solventaron hasta la llegada de la democracia, por ejemplo Juan Pablo Fusi (epígrafes “Los límites del desarrollo” y “España, país europeo” en España: Sociedad, política y civilización (Siglos XIX y XX), Areté, Madrid, 2001, pp. 750-753 y 822-828 respectivamente) y Gabriel Tortella (epígrafes “Evolución económica y regresión política” y “crecimiento económico y desarrollo político” en El desarrollo de la España contemporánea. Historia económica de los siglos XIX y XX, Alianza Universidad, Madrid, 1994, pp. 202-206 y 382-391)

Ya con la adjudicación del cuasimonopolio a la CTNE en 1924 hay una confusión. En la pág. 25 se dice que la CTNE presentó al Gobierno su proyecto y la propuesta fue aceptada, firmándose el contrato el 29 de agosto de 1924 entre la empresa y el Estado. En realidad, siendo esto básicamente correcto, el asunto es mucho más complejo, fueron varias las empresas que presentaron un proyecto de mejora de la red telefónica, y la adjudicación no estuvo exenta de controversia política, lo que se reflejó posteriormente en el intento de nacionalización durante la República en base a la posible ilegalidad del contrato por adjudicarse sin concurso ni subasta (véase Martínez Ovejero, A. (2004). “Azaña versus Telefónica: los límites del poder”, Espacio Tiempo y Forma. Serie V, Historia Contemporánea, (16), pp. 121-148., y la entrada de este blog La CTNE en 1933 (situación de derecho, situación de hecho) y los diarios de Manuel Azaña).

Además, hay otro error importante cuando se afirma (pág. 30) que la CTNE se hizo cargo de todo el sistema telefónico del país durante la segunda mitad de los años 20 excepto las redes urbana de San Sebastián y provincial de Guipúzcoa. En realidad había otra excepción, la de la Red del Cabildo de Tenerife, que se integró en la de Telefónica en plena guerra civil, en zona nacional, aprovechando la situación de mando único por lo que fue una imposición de la que el Cabildo salió muy mal parado económicamente con esta operación (véase La llegada de la C.T.N.E. a Canarias y R. Pérez y F. Quintana, “Firms’ takeover in War Times: The incorporation of the Tenerife Island Telephone Network to CTNE in 1938”, Revista de Historia Industrial, 2024).

Todo lo anterior, respecto a las consecuencias de la Guerra Civil, está relacionado con las reiteradas confusiones que hay, tanto en el libro como en la página web cronológica, en torno al desarrollo del servicio telefónico en España.

La confusión se inicia incluso antes, en la información sobre los años previos la contienda. En la pág. 20 del libro se indica que, antes de la llegada de la CTNE, España tenía una de las densidades de teléfonos por habitante más bajas de Europa. Esto es correcto y, además, este es el parámetro que hay que considerar para comprobar el desarrollo telefónico de un país, el de la densidad de teléfonos por habitante, siempre en comparación con los países de su entorno. Pues bien, este dato (el de la densidad de teléfonos) no se vuelve a citar en toda la obra, tampoco en la página web. Se llegan a realizar, respecto de los años 20, las siguientes afirmaciones: la CTNE “adelantaría a España frente a países más avanzados como Francia” (pág. 28); en España se instalaron antes centrales automáticas que en Francia (pág. 29); en 1929 “España era, con diferencia la nación europea con un mayor porcentaje de líneas y teléfonos automáticos en su red muy por encima de Francia y Alemania.” (Nota 5 Con un 57,8 % de líneas automáticas frente a 17,2% en Francia y 28,8% de Alemania. El país que más de cerca le seguía era Países Bajos con un 45,7%” (pág. 31 y nota 5 pág. 52), información que se repite de forma muy similar en la página web correspondiente a ese año, bien es cierto que se indica que “la prensa recogía …” esa información. Todo lo anterior es un batiburrillo de información poco rigurosa que solo crea confusión e induce a error. Es cierto que a finales de los años 1920 España se fue aproximando al nivel de servicio de los países europeos, con un avance ciertamente meritorio, pero no se pueden extraer las conclusiones, en tono hagiográfico además, que parecen deducirse. Para empezar el dato que da cuenta del desarrollo del servicio telefónico en un país es el de densidad de teléfonos por 100 habitantes. En 1929, según la revista Electrical Communications (Vol 10, Nº1, 1931) a fecha 1 de enero de 1930 España tenía un índice de teléfonos por 100 habitantes de 0,8%, mientras que Francia de 2,5% o Alemania del 5 %. Por lo tanto era lógico que si España empezó a desarrollar su red el porcentaje de líneas automáticas fuera superior al de esos países. Pero además, es que no se indica ninguna fuente de dónde sacan esas cifras de índice de automatización. Este es otro ejemplo de la mala calidad de las notas al margen al que nos referimos anteriormente, por no hablar de la referencia a que “a la prensa recogía” sin indicar la fuente.

Electrical Comunication, tabla densidad telefónica 1930

Anteriormente decíamos que como consecuencia de la Guerra Civil y la posterior dictadura el retraso económico del país respecto a los de Europa Occidental, donde incluso la hecatombe fue mayor con la Segunda Guerra Mundial, se notó también en el desarrollo de la red y el servicio telefónico. En el periodo anterior de la dictadura franquista el índice de penetración y capilaridad de la red (número de abonados por habitantes) siguió siendo uno de los más bajos de Europa Occidental, producto del retraso económico de España hasta mediados de los años 1980, cuando, en cambio, desde 1924 hasta 1936 el nivel de inversión y desarrollo de la red hizo que dicho grado de penetración se equiparara a los países de su entorno inmediato, e incluso se superara en algunos casos como por ejemplo en comparación con Italia (en 1935 en España 1,25 y en Italia 1,19)3. Por ejemplo, en 1980 España tenía un índice de penetración de 29,4 frente al de Italia con un 31,8 o Francia con un 41,4. Desde las décadas de 1950 a 1970 las diferencias porcentuales se mantenían aproximadamente. Ciertamente también la Segunda Guerra Mundial produjo descensos importantes en las capacidades de las redes telefónicas de los respectivos países, pero, al igual que en el resto de datos económicos, la recuperación del servicio telefónico fue más efectiva que en España. Es cierto que las infraestructuras de telefonía en España, por sus características de heterogeneidad territorial y grandes diferencias de desarrollo económico entre áreas rurales y urbanas, siempre se desarrollaron con unos grandes desequilibrios entre zonas. Países más homogéneos y con otras distribuciones de la población probablemente tuvieran más facilidades para alcanzar mejores niveles de capilaridad de la red en plazos más cortos.

Todo lo anteriormente indicado es contradictorio con lo que se afirma en el libro, por ejemplo, a pesar que acertadamente se indica que entre 1924 y 1953 hubo “una guerra civil, una guerra mundial y un aislamiento internacional que frenaron, lógicamente, la expansión de la red y del servicio”, más adelante se afirma: “En un crecimiento acelerado, ese millón teléfonos de 1953 pasó a 5 millones en 1971 (se había multiplicado por 5 en menos de dos décadas) y llegó a 12 millones solo diez después, en 1981. La demanda de teléfonos entre 1962 y 1978 había crecido a ritmos anuales del 10 %. España se abría tímida, pero inexorablemente. También a las comunicaciones.” (Pág. 195). Aunque posteriormente se dice que “En 1955 se instala el teléfono un millón en España, un hito que solo diez países del mundo habían alcanzado en esa fecha.” (Pág. 272). Ciertamente, conseguir un millón de líneas es si duda un hito reseñable por sí mismo, pero el rigor exige que se hable también del porcentaje de teléfonos por habitante. Insistimos en que este bajo índice respecto de los países de nuestro entorno no era por causa de la CTNE, que hacía lo que podía, si no por el retraso económico del país producto de la dictadura. También se afirma que “El teléfono se popularizaba a gran velocidad y empezaba a ser una necesidad doméstica, además de un motor de desarrollo económico para el país” (Pág. 272), debido probablemente a que antes se dice: “Desde que nace Telefónica en esos años veinte y hasta cuatro décadas después, la telefonía fue un sector principalmente de oferta. Se desplegaba red y se instalaban líneas, pero no era un servicio masivo ni se veía imprescindible para uso cotidiano. La población general no veía aún la necesidad de un teléfono o lo consideraba todavía demasiado caro o elitista”. Esto último es cierto, pero precisamente es un factor del poco desarrollo económico del país, y lo de hasta cuatro décadas después, es decir hasta mediados de los años 60, ya no era aplicable para los países de nuestro entorno.

Continuando con el desarrollo del servicio telefónico hay también en el libro algunas confusiones y errores sobre los procesos de automatización, primero, de la red, y de digitalización de la red. En la pág. 47 se afirma que Santander fue la primera ciudad española en contar con servicio telefónico urbano automático. Esto es incorrecto, ya que la primera ciudad en disponer de tal servicio fue Balaguer (Balaguer 1923. Primera central telefónica automática en España); y la primera capital de provincia fue San Sebastián, incluido su extrarradio, de la mano de la Red Urbana del Ayuntamiento y de la Red Provincia de Guipúzcoa, a cargo de la Diputación, con Ericsson como suministrador (véase La Red Telefónica de Guipúzcoa en la guerra civil española).

Un detalle menor, pero curioso en nuestra opinión, es cuando se afirma (pág. 64), respecto de las centrales Rotary, que los buscadores giraban constantemente hasta que un abonado descolgaba el teléfono y entonces el buscador correspondiente se paraba en los contactos asociados a la línea de ese abonado. En realidad esto no era así. Lo que giraba continuamente eran los ejes principales sobre los que se engranaban los buscadores para establecer la llamada. Los buscadores asociados a un grupo de líneas se ponían en marcha, es decir giraban, al descolgar un abonado, y el primero que encontraba el contacto asociado a esa línea de abonado lo conectaba hacia el siguiente paso de los buscadores de registrador; al encontrar el primer registrador libre lo conectaban, proporcionado el tono de marcar a la línea y el buscador dejaba de girar para estar libre para otra llamada. Es cierto que en una situación de alta densidad de tráfico podía dar la sensación que los buscadores estaban siempre girando, pero en realidad no era así.

Ya hemos comentado anteriormente la confusión que supone el error de hablar de la digitalización completa de la red (pág. 71), sin considerar que el MORE supuso la digitalización de la etapa de registro y control, pero no de la conectividad ni de la conmutación. Al respecto resulta conveniente aclarar una serie de conceptos: Cobertura (penetración del servicio sobre la población, con todos sus matices); Automatización (todas las centrales de conmutación automática); Digitalización del control de los equipos (ordenadores y elementos de control electrónico de la conmutación de circuitos permitiendo la remotización del mismo); Digitalización de la señal (introduciendo la conmutación espacio temporal de las señales como paso previo a las redes IP).

Otra frase que crea confusión es la siguiente: “los equipos de la primera era digital, que estaban especializados por función y no eran capaces de actuar en conjunción con equipos de otros suministradores” (Pág. 259). No sabemos qué se quiere decir, ni a qué se refiere, es posible que sea respecto a las primeras redes de datos, donde esta afirmación sí sería correcta, pero por el contexto de la información parece que se refiere a la red telefónica básica. Desde luego en el servicio de conmutación telefónica no ocurría esto gracias a la normalización de los protocolos de comunicaciones, denominada “señalización”, entre centrales que podían ser de diferentes subministradores. Esto sí ocurrió al principio en las primeras redes inteligentes hasta que surgió la red inteligente normalizada, por ejemplo, o en algunas plataformas de servicios específicas.

En otros aspectos ajenos a lo puramente tecnológico también hay información confusa o ausencia de información relevante. Por ejemplo respecto al valor de la empresa y de sus acciones, en pág. 215 y siguientes se obvia completamente el importante descenso en el valor de las acciones.

Evolución del valor de las Acciones 1992 – 2024.

Referencia https://www.telefonica.com/es/accionistas-inversores/la-accion/historico-de-cotizaciones/

Por no hablar de cuando en el libro hay referencia a la transparencia de algunas operaciones, como cuando se afirma, respecto de la entrada de la empresa en el mercado brasileño, “Hasta el momento se considera uno de los mejores ejemplos de transparencia en un proceso de privatización de esta envergadura” (Pág. 171), lo que creemos que es una mala elección en la redacción porque da lugar a que surja la duda sobre la transparencia en otros procesos de adjudicación. Al igual que la desafortunada frase “La mayor parte de las licitaciones a las que ha acudido Telefónica en los últimos tiempos se han desarrollado con la mayor limpieza y transparencia” (pág. 184), ya que esto se podría inferir que ha habido una pequeña parte de licitaciones que no se han aplicado con tanta limpieza, ¿cuáles? ¿y la falta de transparencia, por parte de quién?

Al principio de esta ya algo larga reseña criticábamos el tono panegírico de muchas partes del texto, lo que lleva a afirmaciones exageradas que implican escaso rigor. Casi se podría decir que tanto el libro como la página web cronológica son un ejemplo de lo que se ha dado en llamar “hagiografía empresarial”, donde aquí el santo es la Telefónica.4 Basta como ejemplo la abundante repetición de términos como “el ADN de la empresa” o el carácter disruptivo en muchas de sus decisiones. Lo del ADN como metáfora no está mal, insisto, como metáfora, incluso creo que está justificado que un capítulo, el primero, lleve por título “El ADN de una compañía muy humana”, pero cuando aparece la palabra ADN hasta 15 veces en el libro, pues resulta un poco pobre estilísticamente, más cuando la expresión se utiliza con ese tono panegírico tan cargante. Peor es lo de los palabros “disruptivo” o “disrupción”, que se repiten también en el libro, hasta 14 veces, siendo una metáfora de mala elección, ya que según la RAE, significa “Rotura o interrupción brusca”. Repito, como metáfora una o dos veces no está mal y se entiende, pero ¡¿catorce veces?!. Hay que recordar que con la llegada de nuevas tecnologías el relativo carácter disruptivo lo era más bien en las labores de ingeniería o de instalación de nuevos equipos, pero en cuanto a operación y mantenimiento la coexistencia de tecnologías más o menos antiguas y nuevas se prolongaba bastante en el tiempo. También en el lenguaje popular se habla de carácter disruptivo respecto a personas con serios trastornos psíquicos y con quienes la convivencia es poco menos que imposible. Por eso creo que es una mala elección, probablemente producto de una moda terminológica en ciertos ámbitos.

Repasemos algunas frases un tanto desacertadas como consecuencia de este carácter hagiográfico. En la página 42 se habla del comienzo de la era de la telemedicina ya en los años 30 por una demostración de teleascultación desde el servicio telefónico. Es obvio que esto es una exageración, que se tenía haber quedado en narrar la anécdota, pero nada más. También es impropio de un libro serio y realizado con rigor la información de la pág. 122 sobre los politonos de los móviles, ya que la molestia del mal uso de un móvil en un espectáculo era la misma si sonaba el politono o el timbre normal del teléfono. Peor es el tono lacrimógeno que se usa en la pág. 168 en el epígrafe “vivir en el aire” ya que esto era lo común entre tantos trabajadores de diverso sectores, o señalar el que determinado hecho histórico coincidiera con el cumpleaños de algún directivo o miembros de la familia real (págs. 170 y 181), así como lo indicado en pág. 181 respecto a que poca gente deja entrar uno en su casa, en referencia a los instaladores de Telefónica, como si no ocurriera lo mismo con los técnicos de la luz, el gas o el agua. A veces se dicen perogrulladas, como el que la compañía que actúa en caso de emergencia (pág. 203), esto es obvio, igual que las compañías operadoras de cualquier servicio público. Este tono hagiográfico hace que se dude de algunas informaciones, sobre las que además no se aportan fuentes fiables, como que la de Telefónica es la mejor universidad corporativa del mundo (pág. 214) o que la Red IP RIMA no tenía ningún precedente en el mundo (pág. 125-126). Puede que esto sea así, pero si no se cita una fuente fiable que proporcione un estudio comparado con otros países, este tipo de información no tienen ningún valor.

Por supuesto es cierto que actualmente España está entre los países punteros del mundo en telecomunicaciones, el despliegue de fibra óptica hasta el hogar es un ejemplo, entre otros posibles. Y en este desarrollo el protagonismo de Telefónica es indudable, y es merecedora de los mayores elogios, por lo que es totalmente lógico que la empresa “saque pecho” de estos logros. Pero no hay que olvidar que la integración de España en la Unión Europea facilitó grandemente el desarrollo del país, incidiendo en el de los servicios de telecomunicaciones. Si vemos los resultados solo a día de hoy, la historia de Telefónica es una historia de éxito, pero obviamente, no siempre ha sido así. Las empresas grandes son complejas, tanto en su organización del momento actual como en su proceso histórico, y están formadas por personas que a veces aciertan y a veces cometen errores, y no se puede desligar su historia de la propia del país. Otro ejemplo que se destaca en el libro, con gran acierto, es el del desarrollo de la telefonía rural y la universalización del servicio (1994. Acceso universal al teléfono en Galicia), procesos de los que Telefónica debe estar orgullosa, y aunque fueran financiados por la Unión Europea no resta mérito a la gran labor desarrollada al respecto por los profesionales de la operadora y sus suministradores.


Notas

1 En el libro solo se cita una vez a ATT en relación con sus actividades en España, en concreto sobre la fábrica de microchips instalada en nuestro país (pág. 158), el resto de referencias a ATT son sobre la historia de la telefonía pero sin relación con España. En la página web sí se cita a ATT, junto con Ericsson y Alcatel pero solo en cuanto a las primeras experiencias de la RDSI en España (1989).

2 El termino digital se emplea en exceso y ya no sabemos qué quiere representar exactamente. Por ejemplo, la etapa de linea del AXE no fue digital hasta sus últimas versiones, sólo la de grupo. Sin embargo su control SPC fue «digital» desde el primer momento, al igual que el de los sistemas semielectrónicos ARE y PC2000 y por supuesto del MORE. Lo que se buscaba era, primero, el control «informático» de los equipos (que permitía añadir los servicios nuevos) y después la mejora en calidad y costes con la máxima optimización de la conectividad, esto es digitalizando cuanto antes la señal hablada y los elementos de conmutación.

3 “Telephone and Telegraph Statistics of the World” 1935, Electrical Communications, 1936, p. 100. para el resto de datos hasta 1980 se puede seguir tanto en la revista Electrical Communications como en algunas memorias anuales de la CTNE. Hay acceso al histórico de la revista Electrical Communications, en el siguiente enlace: https://forohistorico.coit.es/index.php/biblioteca/revistas/category/comunicaciones-electricas

4 Recordemos que, según la RAE, panegírico es un escrito de alabanza, pero en la literatura académica tienen una connotación negativa en el sentido de una alabanza exagerada que implica escaso rigor expositivo; y hagiografía tiene dos acepciones: Historia de la vida de los santos y Biografía que alaba en exceso al biografiado, y aquí nos hemos permitido inventar un concepto, el de hagiografía empresarial.

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Publicado en Cultura, Economía, Empresas, Historia, Memoria del Trabajo, Opinión, Telefonía
6 comments on “El centenario de Telefónica en su libro conmemorativo: aciertos, ausencias y confusiones.
  1. Avatar de Jaime Jaime dice:

    Muy acertados los comentarios y con gran nivel profesional.Habia que escribir un nuevo libro titulado “los otros cien años de Telefonica”.El 90% del desarrollo de esta empresa ocurre entre 1955 y 1995 pasando por tremendas crisis como el retraso de Alcatel y su 1240 del piloto de Salamanca que originó el desbordamiento del tráfico en la década de los 80 .Dejamos al país varios años en casi incomunicación en las horas diurnas y le costó a Solana y a todo su equipo de la UGT( otra historia importante que contar ) salir y ser relevados por el equipo directivo de Tabacalera dirigido por Cándido Velázquez .Solana había reaccionado metiendo a Ericsson con su AXE en Baleares , pero ya tarde(me tocó a mí proponer y realizar el proyecto)la presión de los medios y organismos privados y oficiales provocaron su cese.Me deja satisfecho que mi otra propuesta y realización ,TRAC y Acceso Universal de Galicia se haya resaltado ,aunque su idea e innovación en un contexto de imposible sería muy reseñable.Los Indios en Delhi y los brasileños en Brasilia tuvieron ocasión de ello en conferencias divulgativas que allí celebramos.

    Falta alguna biografía de grandes personajes de su historia y lo más importante detallar su MÉTODO DE GESTIÓN heredado de los americanos que entre otros mantuvo orden disciplina y enorme productividad a cada uno de los cuadros de Telefonistas de cada Capital de Provincia durante varias décadas.Se olvidan también a las Vigilantas y Jefas de cada cuadro que las dirigian y controlaban ,muchas de ellas verdaderas héroes de la Compañía.Nada de referencia al orgulloso calificativo de Espiritu Telefónico ,fué lo que más sorprendiò a Solana y su equipo de UGT que desembarcaron en Telefonica cuando ganò Felipe González .Otra historia no contada la de 1984 y la UGT dirigiendo Telefonica después de decapitar la mayor parte de sus directivos.Resistimos algunos y conseguimos que el desastre no fuese a más.Mucho que contar….

  2. Avatar de Luis F.Mendez Fernández Luis F.Mendez Fernández dice:

    La lectura de la Hagiografía empresarial de Pablo equivale casi a reescribir el libro de los 100 años. Los que nos hemos dedicado a investigar y analizar pequeñas parcelas de la Inmensa Telefónica entendemos la difícil tarea de condensar en un libro «manejable» toda la historia que se pretende contar.

    Realmente el trabajo de conmemoración de 100 años de Telefónica debería haberse materializado en una colección de libros sobre los diversos y variados aspectos de la compañía, aprovechando los «conocimientos de los jubilados» que son capaces de distinguir, casi por el sonido, como esta funcionando una central Rotary, ARF o Pentaconta o como funciona correctamente un radio enlace y luego escribir ese libro recapitulativo en el que se pretende recopilar todo. El haber escrito ese libro sin la base necesaria trae estas omisiones y errores que Pablo detecta y que, por desgracia también se encuentran el la Web del centenario donde hay hasta fotografías colocadas en posiciones erroneas, tumbadas en lugar de derechas y que, aun nadie ha corregido.

    Sabemos del Interés de la dirección de la Fundación Telefónica por hacer muchas y buenas cosas. La tarea es ingente para un grupo en el cual, por desgracia, falta «seniority en los conocimientos» pero repito con la ayuda del conocimiento aun residual que desaparecerá, por desgracia, dentro de pocos años se podría hacer el mejor homenaje a los 100 años de Telefónica escribiendo y documentando, para la posteridad,su inmenso legado tecnológico.

    • Avatar de pablosolerferran pablosolerferran dice:

      Gracias Luis, en efecto, me ha costado muchísimo esta entrada porque implicó una lectura detallada del texto tomando muchas notas, y luego sobre las notas al redactarla, volver a leer con detenimiento los párrafos correspondientes, casi podría decir que el libro lo he leído dos veces en muchas partes. Mi idea no era hacer una reseña tan detallada, o incluso ni siquiera hacerla, pero al comprobar la cantidad de errores que había y omisiones en asuntos importantes me decidí a profundizar. Y sí, la página web tiene todavía mas errores, los tengo anotados y espero próximamente hacer otra entrada, pero tardaré, que con esta he «sufrido» lo suyo. Muchas gracias

  3. Avatar de jose Delgado-Penín jose Delgado-Penín dice:

    Estimado Pablo

    Los que te conocemos ya sabemos que eres un meticuloso investigador.Me ha gustado mucho esta colección de pequeños defectos historicos; pero la investigación historica siempre tiene huecos por parte de quién la hace.

    A mi me parecen muy buenas puntualizaciones las que enumeras.

    Adelante

    Saludos

    Jose A.Delgado-Penín

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