Por Miguel Ángel Campos Delgado (*)
«Relatos de juventud» es el nombre del blog en el que Miguel Ángel Campos Delgado, desde hace más de una década, nos va contando con acierto sus experiencias y vivencias, y entre ellas muchas de sus andanzas como profesional de las telecomunicaciones. Ahora, con su permiso, reblogueamos aquí por su interés, sus recuerdos en el periodo en el que trabajaba para Standard Eléctrica, de la avería ocurrida en 1977 en la central del sistema PC32 (1), en la población de San Andrés en Tenerife, en la seguridad de que, evocará muchos recuerdos a gran parte de nuestros lectores.
Del blog «Relatos de Juventud» publicado el 7 de junio de 2022.
San Andrés, municipio costero perteneciente a la isla de Tenerife, situado al noreste de Santa Cruz, la capital, a una distancia aproximada de unos escasos nueve kilómetros.
Sería el año de 1977, cuando mi compañero Delgado y yo, fuimos trasladados por nuestra empresa, Standard Eléctrica, en comisión de servicio para la realización de una ampliación de líneas en la central telefónica de dicho municipio.
Mi compañero Delgado se encontraba recién incorporado al trabajo, después de haber estado en Madrid, recibiendo un curso de formación de tres meses, del sistema de telefonía automática Pentaconta.
Todo personal de plantilla que recibiera y aprobara dicho curso, ascendía a la categoría profesional de Comprobador (2). En contraste con el personal de Telefónica, que eran nombrados Operadores.
Todo trabajo a realizar en una Central, ya sea la instalación de un nuevo equipo, una ampliación de líneas, modificaciones de registros, etc. etc. conlleva de manera implícita, el aporte de la documentación necesaria para acometer estos trabajos. Esta documentación era aportada por el Departamento de Ingeniería de Standard Eléctrica. Esta normativa se aplicaba a rajatabla, no había margen para las improvisaciones de ningún individuo, con esto se aseguraba con total garantía para el Departamento de Ingeniería, saber en todo momento y fecha, en cual edición se encontraba cada uno de los órganos de la Central.
Los trabajos a realizar para las ampliaciones de líneas, conllevaban el «corte» de la Central, o sea, dejar la Central sin funcionamiento. Normalmente estos paros o cortes, se realizaban desde las 12 de la noche hasta las 8 de la mañana. Hora en la que de manera rigurosa, la Central tenía que estar en funcionamiento. En caso de que la modificación a realizar fuese de mucha complejidad y envergadura, el corte se programaba para un fin de semana, con el fin de que, el prolongado paro de la Central, afectara lo menos posible a los abonados.
Cuando realizábamos estos trabajos nocturnos con la Central parada, según la complejidad del trabajo, se procuraba parar los trabajos de modificación alrededor de las 4 de la madrugada, con el fin de que, a partir de dicha hora, nos dedicásemos a restablecer el servicio de la Central. De esta manera, nos asegurábamos tener tiempo suficiente para tener la Central funcionando a las 8 de la mañana.
Aquella noche de nuestro primer día en la Central, nos encontrábamos Delgado y yo enfrascados cada uno en distintos cometidos. En un momento dado observé a mi compañero que, portando unos alicates de punta en la mano, estaba arrancando puentes de unos conectores pertenecientes al conjunto de los conectores superiores del Armario de Marcadores. El Armario de Marcadores es el punto neurálgico de la Central, o sea, el Cerebro de la Central.
Me quedé perplejo, al comprobar que los puentes que estaba retirando, lo estaba haciendo sin documentación alguna.
Ante mi asombro y preocupación, le pregunté: Delgado, ¿tú sabes lo que estás haciendo? Respondiéndome: ¡Parece mentira Campos, que me hagas esta pregunta!
Dada su respuesta de seguridad en sí mismo, me aportó cierta tranquilidad. No habían pasado más de cinco minutos, cuando me habló de nuevo: ¡Joder Campos, con lo que me has dicho, ahora me has dejado en duda!
¡Oídas sus palabras, me entró una inquietud de preocupación, que me invadió todo el cuerpo!
Tenía muy claro las graves consecuencias, llegarían las 8 de la mañana y la Centrar no tendría restablecido el Servicio, tal como así fue. Conllevando con ello la activación de las alarmas de Primera categoría en la Central de Sector en Santa Cruz.
A las 8:30 h. teníamos un despliegue de toda clase de jefes responsables de Telefónica, pidiéndonos explicaciones, ¿a qué se debía la paralización de la Central?
Para mayor gravedad del asunto, la Central daba servicio complementario de telefonía, a la Dársena Pesquera de San Andrés. Sin telefonía, el servicio de la Dársena también quedaba paralizado.
A preguntas que nos hacían de lo ocurrido, yo ponía cara de poker, tenía claro que no iba a delatar a mi compañero. Mientras él “no diera un paso al frente”, yo no aportaría pista alguna.
La doble torpeza que tuvo mi compañero, además de retirar los puentes sin documentación alguna que lo especificara, no tuvo la precaución de anotar en un papel, los puentes retirados.
¡Este hecho, fue la causa que nos impidió dar marcha atrás de inmediato!
Pasado un día en las mismas condiciones de paro de la Central, recurrieron al urgente reclamo de la presencia de nuestro compañero Guillermo Romero, venido desde la localidad donde residía, Las Palmas de Gran Canarias. Guillermo era un magnífico técnico y experto Comprobador con gran experiencia.
En cierta ocasión, encontrándose en su domicilio en Las Palmas, lo despertaron de madrugada, apelando a su favor, para que se desplazara al puerto y arreglara una grave avería en la tarjeta electrónica de un buque. Sin el arreglo de la tarjeta, el buque no tendría autorización para salir del puerto, con el consiguiente alto coste de atraque de cada día en el puerto.
Guillermo logró localizar la avería y arreglarla. ¡Tan sólo les cobró, la cantidad simbólica de mil pesetas!
Llegado Guillermo a la Central de San Andrés y encontrándonos los tres solos en ella, lo primero que hice, fue ponerle al corriente de lo que había sucedido. No tenía ningún sentido lógico, ocultarle la verdad de los hechos.
Así que sabiendo lo sucedido, se centró en el Armario de Marcadores, haciendo acopio de toda la documentación perteneciente a éste. Logrando con ello al tercer día, restablecer todo el servicio de la Central. Durante esos tres fatídicos días, apenas pude dormir cuatro horas en total.
Debo decir en favor de nuestro compañero Delgado, que aparte de aquel puntual y desafortunado incidente, pasados los meses, se consolidó como un buen Comprobador.
Madrid 8 de junio de 2.022. Miguel Ángel Campos Delgado
Os podréis preguntar si fuimos sancionados. La verdad que, en lo personal, no sufrí sanción alguna. No sé si en lo que respecta a mi empresa en aquellas fechas, Standard Eléctrica, tuvo que pagar alguna penalización por daños y perjuicios, no me consta y dudo que así fuera.
Supongo que en los contratos de trabajos que requieren el delicado paro de la Central, ya contemplarán el riesgo que esto conlleva.
Tal como expresa el dicho popular: ¿A quién se le quema el pan en el horno? ¡Al panadero, que es quien los hornea!
Evidentemente la avería se pudo resolver gracias a la detallada documentación. Era una Central PC-32, y por supuesto, como era de esperar en cualquier Central, ésta disponía de toda la documentación necesaria: Desde los XR1, XR4, XR24, XR26, XR27, XR-0020 (3), etc.
En el protocolo existente para el comienzo de cualquier instalación, se aportaban tres copias de toda la documentación perteneciente a la Central: Dos copias para el cliente (Telefónica) y una copia para los instaladores. Recuerdo que cada copia formaba un buen tocho de folios amontonados, cuya altura pudiese alcanzar los 25 cm. o mucho más, según la categoría de la Central.
Gracias a la existencia de dicha documentación, junto con una labor bien ardua y meticulosa, se pudo reponer los puentes eliminados, que no fueron pocos.
Una avería convencional, es mucho más fácil de seguirle el rastro. Como pudiese ser una bobina abierta o en corto circuito, algún hilo abierto o derivado a tierra, un contacto que no conmuta, etc.
La mentalidad de un Operador de mantenimiento de una Central, a la hora de buscar una avería, de inicio, descarta que la causa pueda ser debida a la desaparición de una parte del cableado, a no ser que haya habido un incendio, un atentado o algo parecido.
Sin embargo en las instalaciones nuevas, los Comprobadores pueden esperar cualquier causa en el seguimiento de una avería, como pudiese ser un cambio de hilos de posición, ausencia de conexionado, hilos en cortocircuito, un bloque de contactos con el peine desaparecido, debido a un golpe en el transporte de entrega, falta de alimentación en un cuadro, a pesar de encontrarse todos los fusibles en buen estado, etc.
Aprovecho esta, para contaros una simpática anécdota, referente al seguimiento de las averías. Me contaba un pícaro Operador de Conmutación, cuyo nombre no deseo desvelar, que cuando surgía una avería en un enlace (por ejemplo: el enlace nº 25), éste en lugar de buscar la avería, llamaba por defecto a sus compañeros, los Operadores de Transmisión, informando de que había una avería en el enlace 25. Si el Operador de Transmisión no le devolvía la llamada, asumía que la avería se encontraba en la zona de Transmisión. En caso de que el Operador de Trasmisión le llamara, indicándole que la avería del enlace se encontraba en la zona de Conmutación, éste le contestaba: «volveré a mirarlo, porque aquí estaba todo bien». A partir de ese momento, se veía obligado sin más excusas, a dedicarse a la búsqueda de la avería.
Notas:
(1) El sistema PC32 es una adaptación del Pentaconta para centrales rurales y de pequeña capacidad que podían montarse incluso en un contenedor de 20 pies (6 m,) y una capacidad para 700 líneas. Llegando a una capacidad máxima de 1.400 líneas en Centrales Multibloque. En estos casos el cuadro de fuerza lo componían dos cuadros de Fuerza de 60 A. en paralelo, o sea, 60+60 A. La mayoría eran Centrales Terminalesy a que cuelgan directamente de una Central de Sector. Sin embargo, las había con la categoría Subsector, tal como era el caso de la Central de Hermigüa, en la isla de la Gomera. Cumpliendo la doble función, por una parte hace las veces de Central Terminal con respecto a la Central Sector y por otra es una Central Sector respecto a otra Central Terminal. Dentro de la categoría de Centrales PC-32, también las había las denominadas Centrales Satélites. Estas colgaban directamente de una Central Terminal. Su capacidad de número de líneas eran bien pequeña, oscilaban entre tres modelos distintos: de 30, 60 y 90 líneas. 30 líneas mínimo y 90 líneas máximo. Cuya estructura mecánica la componía dos armarios mínimo y tres armarios como máximo. Estos armarios carecían de superestructura, se sustentaban directamente, anclados contra la pared.
Se puede ver algo más de este sistema en nuestro artículo «Soluciones españolas para la extensión y mejora del servicio telefónico 1965-2000».
(2) En esa época la categoría de Comprobador, ya sólo existía para empleados que habían adquirido ese nivel bastante tiempo atrás; al menos desde 1971 ya eran «montadores con pruebas». El «sutil» cambio era para que nadie se negara a hacer trabajos de montador, aunque coloquialmente nos les llamara comprobadores.
(3) El prefijo XR era característico de la documentación relativa al PC32, en la relacionada con el Pentaconta, el prefijo era XP.
(*) Miguel Ángel Campos Delgado es un profesional de las telecomunicaciones que desarrolló su labor en Standard Eléctrica y en Telefónica I+D. Es un activo bloguero que escribe sobre sus recuerdo en el blog «Relatos de Juventud». También comparte interesantes vídeos en su canal de Youtube «cacharreando».
Buenos recuerdos, fui operador de conmutación desde el 1980 hasta el 2000 que me prejubile, y disfrute de un trabajo sumamente agradable, aunque en algunas ocasiones los problemas de incomunicaciones te preocupasen, pero encontrar y solucionar las averías te lo compensaban