Por Ernesto López Naveiras (*)
Con el sobretítulo de «recuerdos de aquella Telefónica en la que nos hicimos mayores» nuestro amigo Ernesto nos envía el siguiente relato que recoge información poco conocida sobre el «caso magiclick», aquel fraude de las cabinas que funcionó durante un tiempo.
LA CREACIÓN DE LOS CENTROS DE REPARACIÓN DE CONSERVACIÓN (C.R.C.).-
En los años setenta del pasado siglo, en los que Telefónica ya comercializaba servicios de voz y datos, hubo un periodo muy interesante en el que se crearon en la empresa infraestructuras específicas para la atención de las reparaciones de equipos de la planta telefónica deteriorados como consecuencia de los fenómenos de diversa naturaleza que les afectaban.
Es un momento en que la planta telefónica experimenta un fuerte crecimiento con equipos de transmisión de pequeña capacidad, tanto analógicos como digitales que se instalaban para dar soporte a la expansión del servicio telefónico a todos los pequeños núcleos de población. De esta forma se satisfacia la demanda de circuitos de datos que necesitaba la industria, la banca y el comercio en general. Cuando estos equipos se instalan, por su condición de equipos que utilizaban como portadores cables aéreos o urbanos de cobre, se encontraban sometidos a fenómenos electromagnéticos principalmente generados por las tormentas.
Los niveles de protección de que disponían estos equipos no eran suficientes cuando las tormentas descargaban de forma directa sobre las líneas que los soportaban, lo que originaba un elevado número de averías que requería la disposición de gran cantidad de repuestos, generando unos costes de reparación que gravaban la explotación y una gran dependencia de los suministradores.


Esta situación trajo como consecuencia la creación de los C.R.C. (Centro de Reparación de Conservación), en la que tuvo una participación destacada Juan Abad, prerteneciente a Transmisión-Madrid creando el primer C.R.C. en Madrid. Se ubicaron en algunas capitales de provincia, dotándolos de carácter regional, para la reparación de los equipos posibles de ser reparados con medios propios, así como para la gestión de aquellos que requerían reparación por parte del fabricante. Para ello se les asignó un grupo de técnicos compuesto por un Encargado de Equipo, varios Operadores Técnicos y Mecánicos, pertenecientes a las diferentes especialidades que conservaban la planta provincial. Estos eran escogidos en base a los conocimientos y habilidades que demostraban reparando averías en los equipos de la planta en su trabajo diario, valorándose los conocimientos sobre electrónica analógica y digital de que disponían a nivel de reparación.
La labor de los C.R.C. fue muy eficiente, pues los equipos factibles de entrar en su cadena de reparación eran muy diversos y numerosos, comprendiendo a todos los de transmisión de pequeña capacidad de los diferentes fabricantes, como los de los sistemas: MIC, TAT, K, MODEMS, etc. y otros muchos de la planta.
Refiriéndose a las experiencias habidas en el C.R.C. de A Coruña, cuya área de atención cubría las cuatro provincias gallegas, la aparición de tormentas con aparato eléctrico incomunicaba muchos de los pueblos por donde descargaban, afectando a los equipos repetidores de línea, equipos terminales de los sistemas y tarjetas de canales y módems, que llegaban averiados en cantidades importantes. La experiencia que en poco tiempo se consiguió en la reparación de las tarjetas, sustituyendo los componentes averiados, desarrollando procedimientos y maquetas de prueba, hizo de los C.R.C. el lugar al cual se canalizaba cualquier problema técnico que afectara al servicio o a los equipos de la planta que requiriese estudio y atención especializada. Para ello se dio un paso más en la composición de personal que atendía los C.R.C, transfiriendo a ellos, de forma temporal, personal perteneciente a otras áreas con la misión de trabajar sobre estos problemas puntuales.
EL FRAUDE DEL “MAGICLIK” EN LAS CABINAS TELEFÓNICAS.-
A principios de los ochenta hay una gran preocupación por un fraude que se ha detectado en las cabinas telefónicas de toda España y que la prensa recoge con este titular:
EL TIMO DEL “MAGICLIK” HACE PERDER A LA TELEFÓNICA DIECISÉIS MILLONES DE PESETAS
MENSUALESLa Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) sufre en Madrid unas pérdidas medias mensuales que se elevan a diecisiete millones de pesetas por el empleo del método fraudulento de los encendedores eléctricos, que permiten mediante una aplicación al aparato mantener comunicaciones gratuitas con cualquier parte del mundo.
EL PAÍS- 4 de octubre de 1980
Este fraude también fue detectado en A Coruña, sobre todo en las cabinas instaladas en las cercanías de una importante instalación militar situada en centro de la ciudad, al comprobar que existía un desfase entre el servicio medido a las cabinas y lo que se recaudaba. Se comienza a investigar la posible causa del desfase detectado y se descubre que se produce cuando al efectuar una llamada se activa por varias veces un pequeño encendedor piezo-eléctrico conocido por el nombre comercial de “MAGICLIK”.

para el encendido de las cocinas de gas.
Los responsables provinciales deciden pasar el problema al C.R.C. para su estudio y posible solución.
En la plantilla del C.R.C. estaba entonces un compañero: Manuel Suárez Ameijeiras, a quien conocí en el
Centro Telemático de Ríos Rosas (Madrid). Su perfil técnico tenía la particularidad de poseer una capacidad que todos valoramos como excepcional para la resolución de cualquier tipo de problema puntual, incluso los más complejos relacionados con los problemas que afectaban a los servicios telefónicos. Recuerdo que un día le mandaron a solucionar un problema de unas interferencias producidas por las antenas que Radio Nacional de España tenía en Arganda del Rey (Madrid), en las líneas de un cliente próximo a ellas, solucionándolo. Manuel, años más tarde, se trasladó a A Coruña, en donde también, apreciando su disposición y conocimientos, lo asignaron al grupo del C.R.C. Cuando se pone en marcha el estudio del fraude del Magiclik, se piensa en Manuel que se encontraba de vacaciones (y recién llegado a A Coruña después de haber realizado una gira como técnico de sonido con el Ballet Gallego Rey de Viana). Le explican el tema y decide suspender las vacaciones y se incorpora al trabajo para colaborar en el tema del Magiclik.
No resultó fácil el delimitar el problema, si bien, con la ayuda de los medios y conocimientos que había en el C.R.C., se fueron estudiando la naturaleza de los impulsos que se inducían en el teléfono, los circuitos que afectaban y la posible forma de evitar que bloqueara el sistema de cobro permitiendo el establecimiento de la llamada gratis. Había opiniones diversas en las que se comentaba de que el Magiclik debía tocar la cubierta metálica que recubría el cable del micrófono/receptor, mientras otras opinaban que solo tenía que activarse estando próximo al teléfono de la cabina, esta última era la acertada.
Estudiado todo lo concerniente a las señales eléctricas y a los dispositivos que afectaba, llegó Manuel a la conclusión de que el impulso que se producía como consecuencia de la activación del Magiclik podía ser utilizado para la siguiente actividas: activar el dispositivo de que disponía el teléfono para reponer la llamada ante cualquier intento de fraude, mal funcionamiento o que se terminaran las monedas. Es decir, se trataba de utilizar el mismo impulso que bloqueaba el dispositivo de cobro para reponer la llamada, con lo cual no había posibilidad de establecer la llamada con coste cero. Se diseñó un circuito muy simple para detectar la señal del Magiclik y aplicarla al circuito de reposición, que se instaló en los teléfonos de las cabinas próximas al cuartel; el resultado fue espectacular, cada cabina tenía una recaudación que se ajustaba a lo tarificado en la central. El problema había sido resuelto, lo que se comunicó a la Dirección de Telefónica y al fabricante de los teléfonos.
La Dirección reconoció la labor de Manuel y le premió, conjuntamente con su Jefe, con una cantidad en metálico, que ambos de común acuerdo repartieron, y un escrito de agradecimiento y reconocimiento. El dinero que le correspondió a Manuel fue empleado en una mariscada que compartió con sus compañeros del C.R.C.
COMENTARIO FINAL.-
Es verdad que nos hicimos mayores en un mundo telefónico casi desaparecido, también que la universalización de los servicios con el pequeño móvil que llevamos en el bolsillo nos sorprendió a muchos y que la globalización nos cuesta trabajo asimilarla. Pero nuestros tiempos fueron iguales a los de ahora y nosotros no fuimos mejores ni peores que los técnicos que ahora diseñan, construyen y explotan los maravillosos servicios del presente y futuro. Qué bueno es entonces dedicar esfuerzo a recuperar y divulgar historias del pasado, qué importante es disponer de los equipos sustentados por las tecnologías de épocas pasadas, y además funcionando como en el actual Museo Didáctico de las Telecomunicaciones, qué hermoso puede ser un futuro en el que el conocimiento alumbre el camino de la ciencia, conseguido por el esfuerzo de unos pocos.
Puerto de Redes, 20 de mayo de 2022
(*) Ernesto López Naveiras es miembro fundador del Museo Didáctico de las Telecomunicaciones de A Coruña y colaborador habitual de este blog.
Recuerdo que con los mecheros (aún existentes) que daba una chispa automática se activaban las partidas en las maquinas recreativas, muy similar a lo que se comenta en esta entrada. En ese caso metían un cable conectado en la pieza de la chispa al interior del monedero de la máquina y de esa manera activaba una nueva partida. Los encargados de esos sitios iban como locos buscando a la gente que usaban ese método.
Yo conocía a algunos compañeros que trabajaban en el laboratorio de Córdoba y este asunto lo hablamos en alguna ocasión. Muy interesante la entrada. Enhorabuena.
Interesante relato, e ingeniosamente brillante la solución.