Arturo Soria y la telefonía

Por Armando López Rodríguez (*)

Arturo Soria y Mata (1844-1920) es hoy en día conocido por ser el autor de la rupturista teoría urbanística de las ciudades lineales. Fue, sin embargo, una persona sumamente interesante y polifacética que ocupó cargos políticos en la convulsa época del Sexenio Democrático, militó clandestinamente en el republicanismo de finales del siglo XIX, fundó diversas empresas en sectores tecnológicos innovadores, fue autor de libros sobre geometría, etc.

Teoría de las Ciudades Líneales

Apasionado por la tecnología desde su juventud, y tras intentar superar el exigente examen de acceso a la carrera de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos sin éxito, no tuvo mayor problema, sin embargo, para aprobar las oposiciones para formar parte del Cuerpo de Telégrafos.
Sin embargo, trascurridos apenas dos meses de su llegada a Santander para ocupar una plaza como telegrafista de tercera, renunció voluntariamente a la plaza para regresar tratar de acceder a la Escuela Especial de Operaciones Geográficas. No son conocidas las causas de esa renuncia, pero muy probablemente se debiese a los bajos salarios con los que estaban retribuidas las escalas más bajas del Cuerpo de Telégrafos y las dificultades para la promoción de categoría. Soria también logró finalizar esos estudios, sin embargo, tampoco llegaría a ejercer como topógrafo, pues el reciente triunfo de la Revolución de septiembre de 1868 le conducía ya por los derroteros de la política, a la que estuvo dedicado hasta el golpe de Estado que dio fin al Sexenio Democrático.
Arturo Soria decidió entonces ganarse la vida estableciendo sus propios negocios. Durante prácticamente cuarenta años desarrolló actividades empresariales en el campo del transporte y el urbanismo, en los que dio amplias muestras de un instinto anticipador. Además, puso en marcha otro variado catálogo de negocios en sectores innovadores para la época. Entre sus iniciativas, cabe destacar la construcción y explotación de varias líneas de ferrocarril y tranvía, la urbanización de la Ciudad Lineal de Madrid, la construcción de una fábrica de electricidad y las infraestructuras para la elevación y traída de agua potable, etc.

Arturo Soria, empresario innovador.

Aun así, las ideas nunca dejaron de brotar de la cabeza de Arturo Soria y a todas ellas se aplicaba con ahínco hasta que las veía materializarse o se topaba con la imposibilidad real de hacerlas prosperar.
En el año del centenario de su fallecimiento, quiero recordar una iniciativa suya poco conocida y que tuve ocasión de presentar en el Congreso de la SEHCYT de 2017 (1).

El servicio «telegráfico-telefónico» de Arturo Soria

Una de esas iniciativas a la que durante un tiempo dedicó entusiasmo, dinero y esfuerzo estuvo relacionada con su pasado vinculado a la telegrafía. El 24 de julio de 1878 presentó al Ayuntamiento de Madrid una solicitud para que se le autorizase a “establecer una red telegráfica telefónica [sic] en esta capital”. Es decir, pretendía ofrecer un servicio para la comunicación telefónica entre dependencias municipales y, a la vez, un sistema telegráfico de avisos de emergencias por incendios como los que habían sido tan populares unos años antes. De ahí lo de «telegráfica telefónica». Y fue la suya una propuesta tan innovadora que de hecho es la primera referencia para establecer servicio telefónico en Madrid que consta en los archivos municipales.
Conviene tener en cuenta que el teléfono, nacido oficialmente apenas dos años antes, estaba dando sus primerísimos pasos. En 1877 Alexander Graham Bell en persona fue presentándolo por diversos países europeos y, antes de finalizar el año, tuvieron lugar también las primeras demostraciones en España, primero en La Habana y, muy poco después, en la Península.
El mismo año en que Soria presentó su solicitud al Ayuntamiento de Madrid habían ido proliferando pequeñas instalaciones privadas por algunas ciudades importantes de Estados Unidos. Pero hasta 1879 o 1880 no se puede decir que se produjera el despegue real de la telefonía, despegue que no tendría lugar en Europa hasta muchos años más tarde, donde se había generado una mucho menor expectación y demanda por parte de los ciudadanos europeos en general no digamos ya de los españoles.
Es probable que fuese a través de las noticias aparecidas en la prensa reseñando las primeras presentaciones que se iban sucediendo por Gran Bretaña, Francia y posteriormente en España, que Arturo Soria llegase a conocer de la existencia y las propiedades de ese curioso artilugio tan novedoso. La solicitud al ayuntamiento madrileño fue presentada al alimón con Mariano Hoefler (2), un eventual socio del que poco se conoce, aparte de que ejercía como relojero en la capital y de que debía ser un apasionado por las aplicaciones de la electricidad, por lo que tampoco es descartable que fuese éste el que en realidad informase a Arturo Soria de las posibilidades del nuevo dispositivo de comunicación.
Sea como fuere, estos asociados no vacilaron en ser los primeros, al menos oficialmente, en ofertar una aplicación de este dispositivo para habilitar una comunicación flexible entre los diversos edificios donde entonces se localizaban las dependencias municipales madrileñas.
Lamentablemente no se conoce el contenido concreto de la oferta de Soria y Hoefler pues el expediente no ha llegado hasta nuestros días. Así pues, lo poco que sabemos sobre ella es a través de los escasos detalles aportados por el propio Arturo Soria en varios artículos de prensa aparecidos bastantes años más tarde (La Dictadura, 1/2/1896 y La Ciudad Lineal, 20/8/1903). Criticaba las condiciones en que todavía se prestaba un servicio telefónico, que, a su entender, quedaba interrumpido en cuanto caían «cuatro gotas o sopla el viento». De paso, defendía, a pesar del tiempo transcurrido, las bondades de su propia propuesta que, en su opinión, mejoraban las características de la red que se había finalmente desplegado.

Artículos de Arturo Soria referentes al servicio telefónico en Madrid. Fuente: Hemeroteca Municipal de Madrid.

Su proyecto proponía un sistema de comunicaciones telefónicas y otro de avisos telegráficos por emergencias. Es una pena que no se haya conservado ningún plano con el esquema de esa red, pero no debía diferir gran cosa de los que fueron presentándose poco después en diferentes ayuntamientos, como por ejemplo el presentado por la Spanish American Telephone Company en Barcelona. Se trataba, por lo general, de esquemas muy básicos, carentes todavía de centralita, de varias redes de líneas punto a punto dispuestas en árbol y para uso exclusivamente oficial.

Blueprint del diseño de George Coy para la centralita de la New Haven District Telephone Company. Fuente: Blog UConn Libraries. Archives & Special Collections https://blogs.lib.uconn.edu/archives/

La centralita telefónica comenzó a incorporarse ese mismo año en las redes de las principales ciudades norteamericanas, y pronto en las de algunas capitales europeas, pero todavía tardaría en verse en las propuestas a los ayuntamientos de las ciudades españolas. No fue hasta finales de 1880, en que, entre alguna tímida demanda de servicio telefónico para uso público, se exigiese la implantación ya de esas redes con centralita que pusiesen algo de racionalidad en el despliegue desordenado de instalaciones particulares de líneas independientes que estaban enmarañando de hilos aéreos las calles de Madrid o Barcelona. Pero tampoco se puede descartar que Soria y Hoefler hubieran ofertado una red que incorporase la novedosa centralita, pues es probable que ya conociese las características de la que había comenzado a funcionar en New Haven a comienzos de ese año 1878.

Primera guía telefónica de la historia, publicada en febrero de 1878 por la New Haven District Telephone Company. Fuente: Blog Today in Conneticut History
https://todayincthistory.com/

Soria apuntaba además que el cableado de la red iría enterrado en zanjas, desechando las alternativas de hilos en disposición aérea o el despliegue subterráneo a través del alcantarillado, al ser éstas, a su juicio, más inconvenientes a pesar del mayor coste que implicaba el soterramiento. Este aspecto hubiese sido un hecho netamente diferencial pues tendrían que pasar muchos años hasta que los paisajes de las ciudades se libraran de la presencia de los hilos telefónicos. Sin embargo, a este respecto estaba ya Soria absolutamente convencido en 1878.

Maraña de hilos telefónicos aéreos en Nueva York, en la gran ventisca de enero de 1888. De Photograph collection of The Museum of the City of New York - http://historyimages.com/Vintage-NY/Blizzard-88.htm, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=10515400
Maraña de hilos telefónicos aéreos en Nueva York, en la gran ventisca de enero de 1888. De Photograph collection of The Museum of the City of New York – http://historyimages.com/Vintage-NY/Blizzard-88.htm, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=10515400

De hecho, para un sistema telegráfico de emergencias que presentó en 1879, sobre el que imprimió un folleto divulgativo por el cual podemos conocer su detalle hoy en día, también propuso un cableado “subterrestre”. Se trataba éste de un «Avisador de las Crecidas de los Ríos», para la prevención de los efectos catastróficos de inundaciones por desbordamientos a causa de lluvias torrenciales. Consistía en un sistema dotado de un sensor emplazado aguas arriba, que activaría una señal de emergencia al detectar una crecida anómala del caudal del río.

Portada del folleto «Avisador de las crecidas de los ríos», escrito por Arturo Soria.

El expediente para la red telefónica propuesta en junio de 1878 en Madrid no se resolvió hasta 1880. En ese intervalo había aparecido otra propuesta de Emilio Rotondo Nicolau, quien a partir del siguiente año iba a ser el representante en España de la Spanish American Telephone Company (3). Esgrimía unos permisos que el Ayuntamiento y el Ministerio de la Gobernación le habían otorgado para establecer un sistema telegráfico de emergencias en ese consistorio y logró paralizar la autorización a Arturo Soria y Mariano Hoefler, al haber ofrecido éstos un servicio similar.
En julio de 1880 el Ayuntamiento de Madrid resolvió finalmente autorizar a Rotondo la construcción de la red para los servicios de alarma y a Soria y Hoefler la red telefónica que habían propuesto.
Pero el permiso a estos últimos venía condicionado a la obtención de la autorización por parte de la Dirección General de Telégrafos; y a la vez se alejaba cualquier pretensión de exclusividad pues expresamente quedó señalado que “la autorización para establecer redes telefónicas debía concederse a cuantos particulares o empresas lo solicitaran”. Y esto fue lo que consiguió poco después Emilio Rotondo, a pesar de la oposición de Arturo Soria y Mariano Hoefler.
Éstos, por su parte, iniciaron los trámites ante el Ministerio de la Gobernación para obtener la autorización requerida, pero una normativa que la Dirección General de Telégrafos estaba ultimando para que el servicio público telefónico fuese prestado, gestionado y controlado por el gobierno cerraba la posibilidad a que lo hiciesen particulares o empresas privadas. Pero poco después Cánovas del Castillo tuvo que dar la alternativa al Partido Liberal Fusionista de Sagasta y la normativa en curso fue reenfocada para acomodarla a la ideología del nuevo gobierno, partidario de permitir la explotación privada del servicio en régimen de concesión administrativa.
Pero lo que en principio iba a ser una ley terminó siendo un Real Decreto algo apresurado y con ciertos fallos de procedimiento, que a la postre serían determinantes para su vigencia.
El Real Decreto apareció en agosto de 1882, y en septiembre el correspondiente reglamento para su aplicación. Como se esperaba, se establecía un modelo de prestación de servicio en régimen de concesión a particulares y empresas privadas mediante concurso público. El concurso para la red telefónica en Madrid tuvo lugar el 27 de noviembre y concurrieron siete ofertas, entre ellas una de Arturo Soria y Mariano Hoefler. Sobre el concurso de Madrid y el contenido de las cuatro proposiciones que finalmente se aceptaron como válidas informaba El Liberal (31/12/1882):
“Ayer fue remitido por el Ministerio de la Gobernación al Consejo de Estado, el expediente de concurso relativo a la concesión de la red telefónica. Dicho expediente, que ya estuvo en aquel alto cuerpo y que fue devuelto al Ministerio para que la Dirección de Telégrafos emitiera su dictamen, contiene cuatro proposiciones; una suscrita por una casa inglesa, dos por las sociedades de electricidad establecidas en Barcelona y la última suscrita por un conocido industrial de Madrid que se halla al frente de una compañía de tranvías. La Dirección de Telégrafos al consignar su opinión, parece que informa poco favorablemente respecto de uno de los expresados solicitantes, fundándose en que ofrece demasiado y no es conocido entre los hombres de ciencia que se dedican a aquella clase de construcciones. La razón no deja de ser chusca.”

El “conocido industrial de Madrid” era Arturo Soria y las razones esgrimidas para calificar su oferta como poco favorable son ciertamente sorprendentes. Enfurecido por la noticia, en una de las colaboraciones que de manera regular escribía para El Progreso (El Progreso, 8/1/1883), Soria comentaba una estadística reciente de abonados al servicio telefónico en varias ciudades europeas y de paso culpaba a los responsables de Telégrafos del retraso de España en comparación con los países de nuestro entorno: “nos colocan pues, entre los países salvajes, gracias a la resistencia opuesta a la iniciativa individual por los directores de telégrafos”. También acusaba a su actual de haber urdido el pliego de condiciones del concurso de Madrid con la idea de otorgárselo a uno de los ofertantes. Sin embargo, a pesar de sus sospechas, los concursos públicos fueron finalmente anulados, debido a las carencias en la tramitación del Real Decreto que los amparaba.
Se entraba en una nueva etapa en la que se decidió de nuevo que fuese la propia Dirección de Telégrafos la que se ocupase del despliegue y la explotación de las redes telefónicas en España. Y en 1886 una nueva normativa volvía a permitir que las empresas privadas se encargasen del servicio y poco después se otorgaron las primeras concesiones. Pero tras la experiencia frustrada unos años antes, Arturo Soria y Mariano Hoefler habían desistido ya de sus aventuras telefónicas y no se plantearon optar a ninguna de ellas.

Templete o Kiosko de hilos telefónicos de la azotea de la Casa de Cordero de la calle Mayor, ca. 1886. Autor: Jean Laurent. Fuente: Izquierdo, J.A y Mariblanca, R. (2007): Memoria Visual de Madrid, p. 15.

Es comprensible que tras la decepción de no poder ver rentabilizados los costes invertidos los asociados decidieran optar por seguir por su propio camino. Arturo Soria continuó con sus negocios y posteriormente se volcaría en el titánico proyecto de construcción de la Ciudad Lineal de Madrid, en el que de nuevo daría muestras de imaginación y tenacidad ante una inmensa tarea para la que tampoco encontraría ni comprensión ni respaldo por parte de la Administración española.
Pero esa es ya otra historia que junto a otras igualmente muy interesantes podrá leerse en la biografía Arturo Soria y la Ciudad Lineal. El sueño de un rebelde, de próxima publicación.

Notas

(1) López Rodríguez, Armando (2018): “La red «telegráfica-telefónica» de Arturo Soria y Mata”. En Ruiz-Berdún, D. (ed.): Ciencia y Técnica en la Universidad, vol. 2. Universidad de Alcalá, pp. 267-276. Entrada relacionada.

(2) Mariano Hoefler Echeverría, nacido en Madrid en 1842. Su padre y tíos eran relojeros originarios de Lenzkirch (Alemania), aunque establecidos en la capital española. Según un anuncio extraído del semanario humorístico «El mundo cómico», de 1873, la relojería Hoefler fue fundada en 1778, con sede en la calle Tudescos 25. Tomado de esta web.

(3) La génesis de la estadounidense Spanish American Telephone Company en: López Rodríguez, Armando (2016): “La aventura empresarial en Europa de un pionero de la telefonía en Baltimore”. Revista de Historia Industrial, 63, pp. 109-132. Ver aquí.

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(*) Armando López Rodríguez es Doctor en Historia por la UNED e Ingeniero de Telecomunicación por la Universidad Politécnica de Madrid. Entre los focos de interés de su actividad como historiador se sitúa la relación entre innovación tecnológica y cambio social. Es miembro de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas (SEHCYT) y de la Sociedad de Lógica, Metodología y Filosofía de la Ciencia en España (SLMFCE).»

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Publicado en Economía, Empresas, Historia, Protagonistas, Telefonía
3 comments on “Arturo Soria y la telefonía
  1. Raúl Asensio Mulero dice:

    Me ha fascinado este artículo sobre las cosas que hizo el Sr. Soria, igualmente quiero enviar mi enhorabuena a la persona que colgó el artículo en Historias de la telefonía en España.

  2. Armando López dice:

    Arturo Soria es un personaje sumamente interesante y todavía un gran desconocido para el gran público. Este año del centenario de su fallecimiento habría sido una ocasión magnífica para rendirle los homenajes que sin duda merecía, pero lamentablemente la situación no es la más propicia para organizar cierto tipo de eventos.

    Me alegro mucho de que el artículo te haya resultado interesante y aprovecho para agradecer la inestimable disposición de sus responsables a publicarlo en esta magnifica página.

    • Gracias a ti Armando por tu gran trabajo y por facilitarnos su difusión en este blog.
      Efectivamante es un pena que las actuales circunstancias empañen la celebración adecuada de la efemerides de Arturo Soria que bien merece un mayor reconocimiento.
      En este sentido es encomiable la labor que viene realizando la asociación cultural «El Legado de Arturo Soria» como podemos en su web https://legadoarturosoria.es/
      Saludos

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