«Mis historias» en Telefónica

Por Mari Carmen Villa Benito (*).

En repetidas ocasiones, en este blog, hemos destacado la importancia de conservar el testimonio, en primera persona, de los protagonistas de la intrahistoria del sector, de ahí el nombre mismo de “Historias de la telefonía en España”. A través del relato que nos trae Mari Carmen Villa, podemos descubrir (o recordar) interesantes detalles de un oficio, unas tareas y de unas instituciones, como en este caso la Empresa Colaboradora, que han desaparecido o pronto lo harán definitivamente. Parte de lo que nos cuenta, posiblemente pueda ser considerado por algunos, como una muestra de las prácticas «paternalistas» de las empresas en el pasado siglo. Es posible verlo así, pero no dejan de ser hechos ciertos que, en nuestra opinión, merecen ser recogidos.

El inicio. Oficina de Impagados

Empecé a trabajar en la Compañía Telefónica de eventual en Tráfico (matricula E88) en junio de 1973. Me presenté a la oposición de administrativos en Madrid, aprobé y saqué plaza para Madrid, pero en esa oposición, ya aprobados, se nos indicó que las plazas de Madrid, quedaban anuladas y que eligiéramos por orden de nota en cualquiera de las provincias que se ofertaban plazas. Pasado el disgusto y el susto de tener que salir de casa para ir a otra provincia o tener que buscar otro trabajo, tome la decisión de irme a Barcelona.

El 28 de diciembre de 1973 (día de los Inocentes) entré a trabajar fija en la Compañía Telefónica Nacional de España, en la Oficina de Impagados entonces situada en la Avda. de Roma en Barcelona.
En un principio me enviaban al Fichero de Abonados a rehacer las Guías Telefónicas, (por el incendio de la central de Cataluña que había sucedido en junio de ese mismo año) pero mi jefe el Sr. Duran Solana, no aceptó y me quedé los dos años que estuve en Barcelona en la Oficina de Impagados

Allí estábamos muy bien, en un grupo de personas mayores encantadoras, entonces se firmaba al llegar y salir del trabajo, lo que revisaba a diario para ver las firmas de entrada y salida, además del trabajo propiamente administrativo para dar cobertura a los 8 o 10 cobradores, que iban por las casas cobrando, había que organizar el correo clasificando las cartas por zonas, sacar de los listados los impagados reincidentes, se les daba varios avisos y luego se enviaban cartas “amenazadoras” que firmaba el Director Comercial… indicando que si no pagaban -entonces se pagaba en mostrador- pasarían a un abogado y a juicio. También los papeles para que a los cobradores se les ingresara el “quebranto de moneda” un plus por manejar dinero y los “C51” -las notas de gasto tenían el modelo con ese código- para pagarles el transporte. Y también ejercía de secretaria para el jefe de sección.

Conservo bonitos recuerdos de la experiencia de trabajar por primera vez y en un lugar tan diferente a Madrid, (en aquella época muchas personas hablaban catalán, aprendí a entenderlo y hablar algo, pero hoy en día lo he olvidado).

Los fines de semana hicimos tantas excursiones con la Cultural de Telefónica, por todas las playas desde Tarragona hasta Gerona, que conocí muchos lugares preciosos, entonces sin masificación, de manera que se podía disfrutar de vistas, playas o monumentos.

Celebrando el 50 aniversario de la CTNE en Barcelona

En el año 1974 se celebraba el cincuentenario de la CTNE.

Reportaje del NODO dedicado a la expo conmemorativa del 50 aniversario de la CTNE

Entre otros eventos se organizaron unos juegos Deportivos Sociales (interregionales), y solicitaron que se apuntara quien quisiera a los diferentes deportes y demás actividades que se hicieron: fotografía, poesía, teatro. Yo me apunté a natación, consiguiendo una medalla de plata en relevos. Participé en el equipo que representó a Cataluña, pero éramos casi todos de otras provincias, nos apuntamos los que estamos desplazados y fue una experiencia muy divertida.

De izda. a dcha. Portada del programa de los Juegos Deportivos 1974, Natación en Tenerife, El equipo que representó a Cataluña con la indumentaria oficial, Fragmento de la Memoria de la CTNE de 1975.

Los juegos deportivos sociales se celebraron en Santa Cruz de Tenerife. Fue mi primer viaje en avión. allí nos juntamos todas las delegaciones y competimos, no solo los de natación también los otros deportes. Aprovechábamos que así entrábamos más tarde a trabajar y nos pagaban el desayuno, lo malo era el madrugón para ir a entrenar, dependiendo del tiempo a la piscina Picornell o San Jordi. Todavía tengo contacto con algún compañero de natación de entonces.

En la División de Informática

Después regresé a Madrid, a la recién creada División de Informática, en la Avda. de Brasil 17, planta 17, donde estuvimos 10 años. Pasé toda mi vida laboral en los diferentes departamentos que se fueron creando, al ritmo que la rapidez y uso de las innovaciones, inventos (aparatos de teléfono con centralita, llamada en espera, manos libres…) y redes de comunicación (RDSI, Infovía, ADSL…) imponían.

Con las continuas novedades y la necesidad de promocionarlas surgieron las ampliaciones de personal y diferentes direcciones y/o departamentos (Departamento de Sistemas, Marketing, Canal Online, Publicidad…) relacionados con la informática, ofimática, comunicación… Fue un lugar innovador y diferente, la mayoría éramos gente joven, recién terminados los estudios y algunos haciendo la carrera a la par de trabajar, a diferencia de la “antigua CTNE” con sus reglas tan rígidas para los empleados. Siempre he estado cómoda con los compañeros en los diferentes lugares en que he trabajado, aunque a veces era un reto manejar algunos de los novedosos aparatos que se iban introduciendo: la máquina de escribir eléctrica, el primer “ordenador” (pantalla marrón, letra amarilla), creo que eran de la marca Olivetti. Sin duda un lugar innovador.

Madrid Navidades de 1975 División de Informática (en la foto: Rafael Burgos, Urqui Riezu, Carlos Escudero, R.Diez Vega, José María Castro, Jesús Pernas, J.A. Sánchez Llorente, José L. Rebollo, Maruja Casarrubios, Medardo (el conserje), Roberto de la Fuente, Víctor Reguera Lluch).

El primer ordenador, bueno los primeros procesadores de texto (creo que a Telefónica llegaron tres, uno para presidencia, otro para RRHH y otro para la División Informática en el año 1985) eran las famosas CPT (Computador Procesador de Texto). Unos aparatos grandísimos y ruidosos con un disco tamaño “single” pero se podía poner negrita, cursiva, fracciones…, y lo mejor copiar, cortar y borrar texto sin tener que repetir la hoja. Luego vinieron los más avanzados que se podían insertar imágenes, intercalar textos… empezaron a tener más capacidad y ser menos voluminosos y ruidosos los discos para archivo eran de 5 ¼, luego 3 ½, y ya pasamos a los “pendrive” y los discos duros.

En el Departamento de Sistemas siendo director el Sr. Montero del Pino y subdirectores Sr Ferrer y el Sr. Tardío que creo que le conocía toda la empresa. Allí estaban unos cuantos ingenieros que después llegaron a ocupar altos cargos: José Luis Diez Vega Rafael Burgos, José María Castro Soto, Jesús Pernas, José Manuel Miguel… Todavía tengo una quemadura en un dedo por querer soldar un microchip (cucaracha) y una resistencia. También allí llegaron los primeros racks, fabricados por la empresa japonesa FUJITSU, teléfonos con varias extensiones y otros con los servicios de “llamada en espera” o para videoconferencias… Con mis hijos cogí excedencia para poder estar con ellos en los primeros años, a la vuelta de la excedencia por mi hija 1984/1985, se estaban cambiando de la División de informática en Avda. de Brasil al Paseo de Recoletos 43, por lo tanto, cambié de ubicación a un lugar más céntrico y bien comunicado, allí estuve hasta que en 2005 nos llevaron a estrenar el complejo creado en Las Tablas, el Distrito “C”, ¡¡qué horror!!, no funcionaba casi nada. Los primeros meses fueron todo un reto, solo estuve allí hasta 2007 año en que me prejubilé en uno de los primeros ERE (Expediente de Regulación de Empleo).

Antes de seguir…

Ahora antes de contar la otra parte de mi vida laboral en Telefónica, lo primero de todo quiero mostrar mi agradecimiento a todos los compañeros que estuvieron cerca de mí y sobre todo a los que, desde 1992 al 2005, estuvieron en el edificio de la calle Recoletos… Fue una historia la mía que no deseo a nadie. Sé que metí la pata en cantidad de ocasiones y aguantaron mis errores, mi tristeza… dándome su apoyo y ayuda psíquica, emocional y física yo les recuerdo con mucho cariño y respeto, el mismo que tuvieron ellos conmigo.

También todas las secretarias de la planta 7 dedicada solo para Dirección, estaban directores y secretarias (Maribel, Ana, Silvia, Nieves, Rosa, Manuela, Rosalía, Marisa, muchas más…) Un lujo de compañeras. Algunos directores que me ofrecieron sus impresoras, fax, para la comunicación y traducción con Hospital en Nueva York.
Pero sigamos, la historia tiene un buen final.

La Empresa Colaboradora

En 1966, derivadas de las antiguas mutuas patronales de accidentes de trabajo, y en el marco de la “Ley General Seguridad Social” (que evoluciona desde los años 40 del Seguro obligatoria de enfermedad) dieron paso, como una opción posible y alternativa, a las denominadas “Empresas Colaboradoras de la Seguridad Social”(1) para cubrir, en el lugar del organismo público, las prestaciones de los seguros obligatorios de accidentes laborales, y también de enfermedad común, para los empleados de las empresas a las que pertenecían. La Compañía Telefónica dispuso de una ellas hasta mediados de los años 90, yo ponía en los papeles “empresa colaboradora número 20”.
La Empresa Colaboradora de la Seguridad Social y los Servicios Médicos de la Compañía llegaron a disponer de destacados medios para la atención de sus empleados, alcanzando un alto nivel por la cantidad y calidad de los servicios prestados.
Al menos, ésa fue mi experiencia, que cuento a continuación.

La enfermedad

La alarma saltó estando de secretaria con José Ramón Martínez, el pobre no sabía ni como dirigirse, ¡qué bien se portó!, renuncie a la secretaria y pase a la sección del Sr. Argüeso, allí María del Carmen Mendivil, Mari Mar Bodelon, Loli, José, Luis, Jose Manuel, María, Mari Luz (que resultó ser la cuñada del médico que operó a mi hija, el doctor Villacorta). Luego vino Luis Fernández-Cancela, Beatriz Sánchez Calvin y otras personas que fueron mi tabla de salvación, es imposible imaginar como las personas empatizan en casos tan difíciles.

En el año 1991 a mi hijo de 10 años se le detectó un “sarcoma de Ewing costal”, supongo que sabéis lo que significa esa enfermedad. Empezamos con una radiografía con imágenes sugestivas de algo que no sabían muy bien lo que era en una costilla. Me enviaron al doctor Mancilla de nuestros Servicios Médicos, que consiguió que nos hicieran el primer TAC (en la calle Zurbano) y tener el terrible resultado en un par de horas, cosa entonces nada fácil. Confirmado el tumor Ewing costal, un tumor como una almendra en una costilla. El doctor Mancilla junto con el doctor Folqué, especialista de medicina interna en el Hospital Gregorio Marañón, consiguieron que a mi hijo le operaran en la Clínica de La Luz, quitándole tres trozos, de tres costillas, asegurando no dejar ninguna célula maligna en los bordes, como así se comprobó.

A continuación, corría prisa la quimioterapia. Los mencionados doctores buscaron un oncólogo especializado, debido a la gravedad de la enfermedad y corta edad del niño. El doctor Pedro Miguel Aramburo, aunque solo trataba a adultos, ya había sacado adelante a un compañero de Telefónica con sarcoma de Ewing, después de ajustar sus condiciones de tratamiento y económicas con los Servicios Médicos, aceptó y empezamos otro suplicio, un año de quimioterapia y cuando estamos acabando, nos dicen … ¡que le quedan dos meses de vida porque le han detectado varios nódulos en ambos pulmones! Se descartó que fuera la pantalla sucia del scaner, flemas o cualquier cosa, y no quisieron volver hacerle otro TAC, los radiólogos empecinados que no había fallo alguno que era la realidad y al ser en ambos pulmones, tratándose de un Sarcoma de Ewing se interpretó como metástasis.

Después

No nos rendimos. Gracias a los contactos por medio de una excompañera de Telefónica, casada con un médico especialista en este tipo de sarcoma en niños, en el “New York University Medical Clinic”, Hospital Universitario de la ciudad de Nueva York, (donde habían atendido a Ted Kennedy hijo primogénito del senador norteamericano Edward Kennedy, que su pierna derecha le fuera amputada a la altura de la cadera, como consecuencia de un proceso canceroso sarcoma de Ewing) allí nos fuimos. Esta parte la pagamos nosotros.

Tras un montón de pruebas y TAC de alta resolución en Nueva York, nos dicen que esos supuestos nódulos habían desaparecido. En todo momento hubo comunicación entre el Oncólogo de Madrid y el de Nueva York, decidiendo nuestra vuelta para terminar el tratamiento en Madrid, ya que estaban de acuerdo con las pautas y a nosotros nos seria más fácil terminar el tratamiento así ya que solo quedaba unas sesiones.

El doctor Aramburo y los Servicios Médicos exigieron a los radiólogos del Hospital Ruber Internacional de la calle Juan Bravo, donde tuvo parte del tratamiento que nos dieran explicaciones de cómo pueden desaparecer los módulos pulmonares. Se le hizo al niño un TAC de alta definición como el de Nueva York y volvió a salir que no había ninguno de los supuestos nódulos en los pulmones. En el informe pone literalmente “no se aprecian nódulos en los pulmones, milagrosamente han desaparecido”, nunca supimos/supieron, el cómo ni el porqué de este diagnóstico erróneo o no, ya que estaban tan seguros que la maquina estaba bien y no había otra causa, solo que fueran los nódulos. Se les obligó a pedirnos disculpas por no haber realizado en España un segundo TAC de alta definición (al TAC asistieron como 30 radiólogos, oncólogos y médicos, fue una situación especial y todos querían saber y aprender del error de diagnóstico) antes de desplazarnos a Nueva York con el consiguiente dolor sentimental para unos padres.

El Servicio Médico a los cuales estoy más que agradecida por todas las personas implicadas para facilitarme todas las autorizaciones que había que hacer para cada sesión de quimioterapia o pruebas médicas, son tantos que no quiero olvidarme de ninguno.

Además del dinero que se pagó, una millonada por el tratamiento, solo la operación un millón y medio de pesetas, a mi hijo le pusieron el primer (y último) Port-a-cath(2) en el brazo que se puso en España. No se había previsto que los niños crecen rápidamente y el tubito que une el aparato con el corazón se quedó corto y el aparato se movió, pero se consiguió mantenerlo hasta el final del tratamiento (la operación la hizo un médico que aprendió por videoconferencia, aquí en España no se había hecho nunca, siempre gracias a la Empresa Colaboradora que lo autorizó), para así poderle pinchar la quimioterapia sin estropear más venas. También unas inyecciones de Filgrastim que se traían a través del Ministerio de Asuntos Exteriores (en España todavía no existían) creo que eran cinco mil pesetas más la aguja especial para el Port-a-cath (otras quinientas), cada vez eran de 10 a 15 inyecciones por sesión. Eso era cuando estaba sin glóbulos blancos prácticamente para subírselos artificialmente y no retrasar la quimio. Luego las sesiones de quimio, el Zofrán (para evitar náuseas y vómitos), otras pastillas a precio de oro también con autorizaciones especiales…, y a parte, TAC, gammagrafía ósea, analíticas semanales, radiografías, etc.

“Soy consciente que de no haber estado en esta empresa y contado con estas facilidades mis hijos no estarían vivos”

VIP en la EXPO92 de Sevilla

Cuando regresamos de Nueva York se continuó con la quimio y en una revisión médica a mi marido (también empleado de telefónica, hoy jubilado como yo), el doctor José Manuel Moran al enterarse de toda esta aventura y ver todo lo sufrido y lo traumático de la situación, se le ocurrió ofrecernos ir a la EXPO en plan VIP, me preguntó si estaría dispuesta a ir con los niños a la Expo de Sevilla en el AVE, yo le dije que no creía en los cuentos de hadas, y que no tenía presupuesto (fui un poco borde en mi contestación pero en mi circunstancia “no creía en cuentos de hadas”). Él organizó todo con el doctor Javier Agudo y con el equipo del presidente, Cándido Velázquez, que a través de Guillermo Medina nos recibió en su despacho (otra sorpresa de la vida, su secretaria era una gran amiga Pilar Rodelgo, ¡¡que sorpresa al vernos allí!!) para comunicar a mis hijos si querían ir a la Expo del 92 en el AVE(3). Tendríais que haber visto la cara del mayor y la risa de Guillermo Medina al verle, pero luego, lo mejor, mi hija con 7 años y sin saber muy bien el motivo se lanzó a darle un beso y un abrazo.

Como un cuento de verdad, a Sevilla nos fuimos en el AVE, alojándonos en el hotel Príncipe de Asturias (¡una pasada!). Nos recibió Esperanza Fernández Mayoralas y las azafatas, y nos asignaron a María para que estuviera todo el rato pendiente de nosotros y llevarnos a todos los pabellones de la Expo en plan VIP.

En la Expo92 de Sevilla. Izda.: Al pabellón de Telefónica. Dcha.: En el piano Esperanza Fernández Mayoralas y las azafatas.

Todo perfecto, visitando todos los pabellones de la Expo, todavía conservamos los dos pasaportes con los sellos de todos los pabellones. El día que nos tocó el de Telecomunicaciones, llegábamos un poco tarde y entramos en silencio porque estaban empezando la proyección. Nos sentaron en la primera fila. Vimos la proyección y al encenderse las luces, casi me da un infarto, todos mi jefes y compañeros estaban allí. La sorpresa era mutua y nadie sabía qué decir ni de qué hablar, le dije a Mariano Medina que le preguntara el motivo de estar allí con mi familia. Estaban muchos directores y a varios los conocíamos, pero no era el momento de dar explicaciones con los niños delante…, después de la proyección pasamos a ver un corto de los avances de las telecomunicaciones, que con el paso del tiempo resulta interesante volver a ver.


Fue una experiencia que mis hijos recuerdan perfectamente junto con el cariño y discreción con que nos trataron TODOS.

…Y en las Olimpiadas de Barcelona 92

Y hubo más. De vuelta de la Expo92, nos volvió a recibir Guillermo Medina para que los niños le contaran como se lo habían pasado. Al ver lo emocionados que estaban se le ocurrió preguntarles si querían ir a las Olimpiadas de Barcelona 92…, ¡Madre mía! Palabra mágica, al mayor se le saltaron las lágrimas y la pequeña no sabía ni lo que era, pero se abalanzó a darle abrazos y besos (mis hijos el protocolo a esa edad no lo entendían) por lo tanto allá que nos fuimos, nos juntaron con el grupo de hijos de empleados que por haber hecho un trabajo referente al tema habían sido seleccionados a pasar unos días en Barcelona visitando el estadio olímpico y diferentes lugares de la ciudad.

Barcelona 92. Izda.: En Montjuic comiendo con Blanca Fernández Ochoa y los niños premiados al fondo la torre Calatrava (4). Centro: Delante de la Torre de Collserola (5). Dcha: «COBI», diseñado por Javier Mariscal para las olimpiadas.

Se integraron fácilmente y con los voluntarios que acompañaban a la expedición de niños fuimos a ver algunas competiciones carreras, natación sincronizada…, y les pasearon por la Torre de comunicaciones de Collserola y el Tibidabo.

De vuelta … de nuevo la enfermedad

Regresamos de Barcelona y al mes le empieza a doler a la pequeña la tripa, estábamos en el pueblo en la provincia de Valladolid, vamos a Urgencias y le hacen un TAC. Entré con la radióloga y fui yo quien le dije: ¿es cáncer, verdad? así que sin saber cómo nos encontramos con un tumor que parecía que estaba embarazada de lo grande que era. En contacto con el oncólogo ingresó en el Hospital de La Paz ya en Madrid, aquél mismo fin de semana, hasta que se organizó todo para que la tratase él, ya que no era paciente suya y Telefónica le tenía que dar autorización.

El siguiente lunes a las 8 de la mañana me llamó el oncólogo a La Paz para decirme lo que tenía que hacer y decir en Telefónica para que me autorizaran a sacar a la niña y llevarla al Hospital Ruber Internacional en Mirasierra, mientras él preparó todo en dicho hospital. El Servicio Médico se implicó y se pusieron de acuerdo con el oncólogo, primero para hacerle las pruebas y luego para buscar un médico para operarla de inmediato. El doctor Villacorta que solo operaba a particulares, interrumpió sus vacaciones y vino a operar a mi hija. En un principio se dictaminó hacer solo la operación pues un neuroblastoma (rodeando el saco de Douglas) no es tan agresivo y la niña era muy pequeña para la quimioterapia.

A la primera revisión en el TAC volvieron a salir imágenes de que tenía adenopatías, es decir que se habían reproducido. Vuelta a operar y así hasta tres veces decidiendo ya ponerle quimioterapia porque corría el riesgo de metástasis. Intentamos congelar óvulos, pero como era tan pequeña no estaban maduros y no se podía, así que el destino diría. Se le puso el tratamiento y quitando los efectos secundarios propios de la quimio, caída del pelo, cansancio… no hubo más problemas. Lo único que, en teoría, no podría tener niños por la quimio, estamos hablado del año 1992/3, sólo se podían tener por fecundación in vitro con ovulo donado.

Todo salió bien

Lo importante es que no se le reprodujo más y la vida siguió… y aquí estamos con los dos hijos vivos y un niño milagro, mi hija se quedó embarazada rápidamente sin ningún tratamiento y tengo un nieto precioso, en el hospital decían que era un niño milagro, que ya tiene 10 años.

Esta es mi historia en Telefónica, me siento privilegiada por haber pertenecido a esta empresa, además de tener un trabajo digno, me proporcionó unos médicos y acceso a diferentes pruebas para que hoy pueda vivir con mi familia como cualquier persona.

Todo quedó en un mal recuerdo y muchas experiencias y repito mucho agradecimiento a todos los que tuvieron el valor de tomar decisiones difíciles pero muy importantes para supervivencia de dos niños y mi agradecimiento a todos mis jefes y compañeros de todas las categorías que estuvieron conmigo y supongo que muchas veces les di problemas de los que ni tan siquiera soy consciente.

-GRACIAS A TODOS-.
MI AGRADECIMIENTO A TODOS DE CORAZÓN.

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(1) Véase «Las entidades colaboradoras de la Seguridad Social: Una pieza clave». Autora: Jerònia Pons-Pons, Universidad de Sevilla – Margarita Vilar-Rodríguez, Universidad de A Coruña en este enlace.

(2) Un Port-a-cath es un dispositivo que proporciona un acceso venoso permanente, es decir, permite el acceso repetido al sistema vascular, facilitando tanto la extracción de muestras de sangre como la administración de medicaciones, nutrientes, productos sanguíneos, etc. reduciendo las molestias asociadas a las punciones repetidas o la incomodidad de un catéter externo. Si el aparato es introducido en un niño habrá que retirarlo o reemplazarlo conforme va creciendo el niño ya que puede quedar corto y podría moverse de la parte inferior a la parte superior de la vena cava. En las primeras aplicaciones en niños se colocaba en el brazo, descartándose en seguida por la razón aludida y pasándose a colocar en el pecho.

(3) Telefónica, al igual que otras empresas colaboradoras en la organización de los eventos de aquél año 1992, tuvo detalles de este tipo con otras personas que también habían vivido historias difíciles.

(4) La Torre de Comunicaciones de Montjuic es una torre de radiodifusión obra del arquitecto e ingeniero Santiago Calatrava construida entre 1989 y 1992 en el anillo olímpico de Montjuic en Barcelona, España, con motivo de los Juegos Olímpicos de Verano de 1992.

(5) La Torre de telecomunicaciones de Collserola situada en el Cerro de la Vilana a 445,5 metros sobre el nivel del mar, cerca del Tibidabo (Sierra de Collserola), en Barcelona. Fue construida desde febrero de 1990 a julio de 1992 con motivo de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Es la estructura más alta de Cataluña, así como de la segunda estructura de telecomunicaciones más alta de España (por encima de esta se encuentra la antena de telecomunicaciones militares de Guardamar del Segura, Alicante).

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(*) Mari Carmen Villa Benito (Madrid, 4 de mayo de 1955), Estudió en las salesianas de la calle Villaamil hasta terminar el sexto y revalida en 1972. Ingresó en Telefónica en 1973 pasando toda la vida laboral en la misma empresa en diferentes direcciones o departamentos, hasta 2007 que se prejubiló. Tiene dos hijos y un nieto. Le gusta viajar, conocer lugares y costumbres nuevas. El cine, y aprender todas las novedades científicas y médicas… Ha colaborado con la Fundación Balia y Telefónica.  Actualmente asiste a clases de la universidad para mayores (tanto en la UCM como en la UAM).


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4 comments on “«Mis historias» en Telefónica
  1. Avatar de Enrique Enrique dice:

    Preciosa historia, y afortunadamente con final feliz!!! Me alegro mucho Mari Carmen.
    PD: Por cierto, dices (o eso entiendo..) que procedes de un pueblo de la provincia de Valladolid. Gran parte de mi vida laboral ha sido en esa provincia. El apellido Benito es muy común en Fompedraza.

    • Avatar de maria del carmen villa benito maria del carmen villa benito dice:

      Enrique, la familia de mi madre es de Cogeces de Iscar, ¿te suena?

    • Avatar de Enrique Enrique dice:

      Sí, claro. He trabajado mucho en esa zona. Yo, aunque soy y vivo en Cuéllar (Segovia), gran parte de mi vida laboral la he pasado en el sector de Peñafiel, y los últimos diez años, antes de prejubilación en 2013, recorriendo toda la provincia de Valladolid, pero sobretodo en el sector de Portillo y Medina del Campo, en el que llevaba entre muchos de esos pueblos, el de tu madre. Te decía lo de Fompedraza, porque allí el apellido Benito es muy común. Incluso tenemos un compañero, que se sus dos apellidos son: Benito Benito.
      De todas maneras, anécdotas aparte, decirte que me ha encantado tu artículo, y sobre todo el final feliz de ambas historias. Me alegro mucho que los servicios médicos pudieran ayudaros en su momento, y sobretodo agradecer a los buenos compañeros que había cuando esto, más que una empresa, era una gran familia, en al que todos tratábamos de ayudarnos unos a otros. Ahora es otra cosa… Saludos

  2. Avatar de maria del carmen villa benito maria del carmen villa benito dice:

    Gracias por tu comentario, Yo no conozco Fompedraza, no lo había oído.
    Mis abuelos eran de Cogeces, aunque parece que venían de León. Si es cierto que es un apellido muy frecuente en la zona.

    Por Cuéllar paso cada vez que voy al pueblo, mi padre siempre iba a los encierros.
    Saludos

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